ESCENARIO DE VIDA
¡Cicig debe quedarse!
El soliloquio de Hamlet ? “¡Ser, o no ser, es la cuestión! ¿Qué debe? más dignamente optar el alma noble? entre sufrir de la fortuna impía ?el porfiador rigor, o rebelarse? contra un mar de desdichas, y afrontándolo ?desaparecer con ellas?”, me hace inspirarme en las preguntas que nos hacemos a diario de si debe seguir o no la Cicig con nosotros. Y si seguimos inspirándonos con el texto de Hamlet,? “Morir, dormir, no despertar más nunca,? poder decir todo acabó…”, ¿nos resignaremos a que nunca se acabará la impunidad? o mejor aún, ¿deseamos que cambie nuestra realidad, y salir del letargo? Estoy convencida que de no hacer algo para desarticular las fuerzas paralelas que han permeado en todas direcciones, desde el más bajo nivel hasta el más alto de las instituciones públicas del Estado, seguiremos de picada. Y más aún si reaccionamos en contra de un organismo que lo que pretende es simplemente acompañar en las investigaciones, colaborando con desarticular todos los aparatos clandestinos.
Algunas organizaciones integrantes del Foro Guatemala han suscrito un comunicado de interés prioritario de la agenda nacional, con la inquietud de que se prorrogue del mandato de la Cicig y continúe a cargo del comisionado Iván Velásquez, quien ha logrado el reposicionamiento de la Comisión. Mi colega, Samuel Pérez Attias, en su columna del viernes 20 de marzo, fue elocuente cuando mencionó que no era cosa de que si la Cicig debía quedarse o no, “sino más bien, hasta dónde vamos a dejar de necesitarla”. Los cambios deben ser estructurales y llevarán su tiempo. Sin embargo, en mi opinión, truncar esta iniciativa que ya empezó sería un error.
Según el Comunicado, se establece “un reconocimiento a la contribución de la Cicig en el traslado de capacidades a las instituciones vinculadas con la investigación criminal, el apoyo a la investigación en casos de alto impacto, de corrupción y vinculados con estructuras criminales, así como la propuesta de recomendaciones y políticas públicas para erradicar sus acciones y organización, consistentes en reformas legales e institucionales”.
Pensemos detenidamente a quién no le conviene que siga la Cicig. Obviamente a las fuerzas de poder paralelas que tienen secuestrada a la justicia, a quienes delinquen, a los aparatos clandestinos y a los corruptos en general.
Habrá, sin embargo, entidades o personas que aún no estén convencidas de su capacidad, pero les pido que hagan la reflexión entre que hagamos algo, o no hagamos nada. Yo, en particular, prefiero la primera opción.
Recordemos que para asegurarnos que el sistema de justicia y los derechos fundamentales de los guatemaltecos se hagan respetar, no lo podemos lograr con el statu quo de corrupción latente.
Cicig debe seguirnos ayudando para que frenemos el debilitamiento institucional, provocado por quienes, desde lo interno de las instituciones del Estado, se vinculan con estructuras del crimen organizado, en actos que generan corrupción, inseguridad e impunidad. Si perdemos el apoyo de la Cicig, estaremos permitiendo que el crimen organizado salga a celebrar. ¿Es eso lo que queremos?