Cinco deudas

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Primera deuda. Como mucha gente le encanta decir “no hay pruebas”, basta conocer un tantito las últimas estadísticas sobre la cobertura escolar del ciclo básico y el declive de la primaria. Si se cree que es ocasional estamos perdidos, esto debe ocupar a los tanques de pensamiento y sobre todo a las universidades, sin preparación escolar mínima, hablar del futuro es necedad.

Segunda deuda. Luis Zúñiga, un gran amigo quien hizo hace ya casi 18 años su EPS de médico en Samayac, Suchitepéquez, regresó con una investigación que siempre comentó: las parteras cobraban Q100 por el parto si la bebé era niña, y Q125 si era varón. Cada quien saque las conclusiones, porque un amigo recién venido del área rural nos comentaba que esa costumbre sigue en el país. Si a la mujer, por ser mujer, se le desvaloriza desde el alumbramiento. ¿Puede hablarse de igualdad?

Tercera deuda. Un cuarto de los partos de este país es producido por madres menores de edad. Muchísimos de esos partos son producto del incesto. La niña llega en cinta y sale con la criatura en brazos del hospital al hogar familiar para que su propio papá la vuelva a violar y embarazar. Esta práctica “común”, como le llaman a algunos, es un fenómeno urbano y rural. La niña madre ya no tiene chance de desarrollar su plan de vida (si es que lo tenía) y ese bebé está condenado a una vida llena de tribulaciones (hasta genéticas) y ojo, después lloramos la violencia cuando esta es una gran causa de ella.   

Cuarta deuda. Existe en el Congreso una iniciativa identificada como la 4711, que prohibiría el matrimonio a mujeres menores de edad. La Comisión de Asuntos Constitucionales no ha dado el dictamen. Si tiene dudas que las haga públicas, el tema es de interés nacional. Obligar a las niñas a casarse por el embarazo es una afrenta a su libertad.

Quinta deuda. A muchos les fascina hablar de libertad, pero cuando otro ejerce un derecho “que no aprueban” lo censuran. Debe debatirse el derecho de las parejas del mismo sexo que se han casado en otras latitudes a ser reconocidas como tales, y también, el derecho de herencia sin las cargas impositivas exageradas que se tienen hasta ahora. Ya basta de tener estos temas fuera del debate, porque cada vez hay más y el asunto social se agudiza y constriñe.

Las deudas quedan acá, cada quien opine cómo saldarlas y si alguien no las considera deudas, quien sabe cómo pensará vivir en sociedad y en un régimen de derecho; o bien, que expliquen a su modo el fenómeno de la migración.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.