CABLE A TIERRA

14 de enero 2024: ¡Una noche inolvidable!

Domingo 14 de enero, el desvelo fue extremo; la ansiedad y el suspenso vivido no lo iguala ninguna película que me venga a la mente. En poco más de 24 horas la rueda del destino se puso a girar de la manera menos esperada. Gracias a n grupo de valientes diputados del bloque Semilla que, con la garra y la osadía que solo da el intuir que la perversidad se fraguaba tras esa puerta, se impidió no solo la táctica dilatoria de “calificar” a paso de tortuga las credenciales de los diputados ya electos, sino que también desnudaron la arrogancia y el abuso de una comisión que pretendía decidir quién sí y quién no podía asumir su curul, como si eso no lo hubiera decidido ya el pueblo de Guatemala en las urnas y lo hubiera ratificado previamente el Tribunal Supremo Electoral.

No puedo quitarme de la mente la imagen de los diputados y diputadas de Semilla metiendo literalmente el cuerpo para abrir la puerta del salón y exigir su derecho a la transparencia del acto administrativo y el cese de la dilación malintencionada. Tampoco puedo olvidar las imágenes de las rejas cerradas con cadena y candado, impidiendo el acceso a los diputados a la ruta para ocupar su curul. Una muestra más de cómo el poder perverso utiliza todos los recursos públicos que controla para vedar los derechos de los demás.

Fueron tantas las escenas extraordinarias que vi y/o viví el 14 de enero que no me alcanza el espacio para describirlas, pero sí para expresar mi profunda admiración y agradecimiento por todos los diputados y las diputadas que, al votar por la planilla multipartidaria encabezada por Samuel Pérez para dirigir el Congreso, muy posiblemente impidieron que cuajara la última bocanada de perversidad que les quedaba esa noche para evitar que se concretara la transmisión de mando.

' Nunca más una ciudadanía pasiva frente al abuso del poder.

Karin Slowing

Ello tampoco hubiera sido posible sin el actor más importante de la democracia liberal, el sujeto ciudadano. Los miles de ciudadanos presentes en la Plaza y en Gerona, activos, comprometidos, en bloque, resistiendo y defendiendo el voto que ya emitieron y al presidente que eligieron. La entrada de las delegaciones de ciudadanos provenientes de los territorios de Guatemala que vinieron a participar y a acuerpar a los liderazgos indígenas que durante más de cien días acamparon en Gerona, exigiendo la renuncia de Consuelo Porras y defendiendo la democracia para todos nosotros. No hay señal más poderosa del cambio de los tiempos que haber visto a las autoridades indígenas sentadas en primera fila en la platea del Gran Teatro Nacional; las posibilidades de una patria incluyente que se abrieron esa madrugada cuando el presidente Arévalo se dirigió directamente a ellos en su discurso inaugural y, con emoción en la voz, vocalizando su compromiso con un gobierno que no los ignore nuevamente.

¿Y qué decir de los dignatarios y otros altos funcionarios internacionales que esperaron por horas y horas la ceremonia boicoteada desde la novena avenida, que comprendiendo la gravedad del “retraso” con el acto protocolar se sintieron conminados a unirse y emitir una declaración pública conjunta reafirmando la importancia de proteger la democracia guatemalteca y llamando a concretar la transición de mando como corresponde. Y lo hicieron ¡in situ! ¿Cuándo antes visto? ¡Menos mal tenemos ya a un canciller de primera para ayudar a que el país supere semejante bochorno internacional!

Esos y otros pulsos contra la fatalidad que se dieron esa noche nos permiten hoy ver que sí hay luz al final del túnel, aunque aún falta mucho caminar. Nos dan esperanza, no porque el presidente Arévalo traiga una varita mágica bajo el brazo, sino porque ya vimos que el poder ciudadano en acción no es un mito, sino una fuerza de cambio que debe llevarnos a un mejor destino como país.

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