SIN FRONTERAS
2021 y el gran éxodo nacional
Predecir eventos que no han pasado es tarea por demás atrevida. Un pronóstico que resulta después no ser, y la credibilidad sufre abollones. La crítica no es paciente, y quien desacierta corre riesgo de convertirse en chiste. Pasa de vez en cuando. Un presidente que predijo que el virus se iría “como magia” en el verano. ¡Vaya bobo! Un Insivumeh, pronosticador de lo que era lo contrario. “Va a haber sol” anunciaban, y dicen que la gente salía con paraguas. Trump fallaba con científicos avanzados a su disposición. Y nuestros meteorólogos con sus aparatos. Pero en lo que concierne a esta columna, la migración, el chance de no acertar es aún mayor, pues los insumos son imprecisos. Un fenómeno humano, de personalísimas decisiones, que suceden detrás del telón más alto de los sigilos: el de la clandestinidad. Hay señales, sin embargo, para diagnosticar el torrente humano que traspasa las fronteras. Estas se emiten entre el aquí —la Guatemala expulsora— y el allá —la tierra prometida—, con sus intermedios mexicanos. Las señales, todas, se alinean para un año de nutridos caudales.
' Aldeanos de distintas comunidades hablan de que es momento de tomar mochila.
Pedro Pablo Solares
Una señal sucede en el río Bravo, donde la patrulla cuenta a quienes logran arribar. Estos se entienden en tres dimensiones: los que son capturados contra lo planeado, que buscaban evadir el cerco policial. Son quienes pagaron al coyote el viaje más caro, hasta el último destino, en alguno de los 49 estados del territorio continental. También en la dimensión de quienes se entregaron voluntariamente. Estos son quienes buscan acogerse a una medida humanitaria. No es que los hayan pillado; es que siempre buscaron entregarse. Ese viaje es más corto, y por tanto, el pago al coyote es menor. Los primeros meses de este año fiscal son alarmantes para ambos. La Oficina de Control Fronterizo (CBP) reporta 285 mil eventos desde octubre. Eso supera la mitad de todo el año anterior, y es cantidad cercana a todo 2017. La cadena CBS, por su parte, reportó 7 mil menores no acompañados capturados en febrero. Eso es más que cualquier otro febrero de la historia. La tercera dimensión, sin embargo, es la invisible. Los que logran pasar desapercibidos.
Otra señal proviene del vecino mexicano. Usualmente, estas noticias son espeluznantes, pues revelan los extremos a los que se someten quienes se van persiguiendo su sueño de oportunidad. Desde México, los cables informan de accidentes y ataques, que son tan solo una punta de iceberg, conduciéndonos a imaginar lo que subyace en la oscuridad de lo desconocido. Lo de la masacre de Tamaulipas fue extraordinario, por la infinita crueldad del dolo humano. Pero además, otros eventos están proliferando en 2021, como la aparición en febrero de 233 migrantes capturados en Veracruz (191 eran guatemaltecos), u otro similar una semana más tarde en Chiapas, donde 156 migrantes fueron hallados en un furgón en movimiento. Otra vez, de ellos, 147 eran guatemaltecos. Las señales de este año vienen más numerosas.
Una última señal viene clara y recia, al hablar con la gente en el campo. Desde Huehuetenango hasta Chiquimula, aldeanos de distintos lugares aseguran que es momento de tomar mochila. Quienes promovieron a Trump ya echan culpa a las políticas “laxas” de Biden. Débil hipótesis al ver que récords de migración también se alcanzaron durante Trump, a pesar de su dureza y crueldad. Lo que sí resulta claro es que el zigzagueo entre demócratas y republicanos crea confusión. Ese río revuelto, sumado a que los factores de expulsión están en su máximo apogeo, invitan a caer en la tentación de aventurarnos con pronósticos abultados. O, para ser más cautos, por lo menos a indicar lo que sí es irrefutable: Que los factores están puestos para un año fuerte en lo que ya podemos identificar como la era del gran éxodo nacional.