Aleph

26 mil toneladas de basura ardiendo

Quien recorre las calles y carreteras de toda Guatemala sabe que la basura es un problema.

En Guatemala, cada cierto tiempo arden por igual los vertederos y las Cortes de Justicia. En el centro de ambos problemas están la corrupción, la negligencia, la ignorancia e incapacidad, la falta de ética y de voluntad política. En febrero del 2021 ardió el mismo basurero que ahora está ardiendo a 20 kilómetros de la ciudad capital, llevando la contaminación del aire, la tierra y los mantos friáticos a su máxima expresión. Los olores ácidos que expele y el humo que estamos respirando desde el 6 de abril atentan contra nuestra salud.


Este gran vertedero, creado a inicios de la década del 2000, constituyó, en sus primeros años, un modelo a seguir para resolver el problema de la basura en la ciudad de Guatemala y alrededores, pero comenzó a venirse abajo hace una década. Y aunque sigue estando a cargo de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán (Amsa), es un tema que le compete a las municipalidades, y sería mejor si el gobierno central aportara también a ello en esta coyuntura.


Según se sabe, el 4 de abril recién pasado se venció la licencia de funcionamiento en ese lugar, lo cual significa que debería cerrar, por etapas, a partir de ahora. Sin embargo, ¿a dónde llevarán la basura las 33 municipalidades de la Mancomunidad del Sur que allí la depositan a diario? Casi la mitad de la basura corresponde a Villa Nueva, pero también depositan allí la basura de Amatitlán, Villa Canales y otros. Las montañas de basura son inmensas y pueden verse desde la carretera, cuando se circula por la carretera al Pacífico. Quienes saben de estos temas, recomiendan poner, sobre cada capa de basura, una de tierra, y controlar también, mediante tuberías de salida, los gases que la basura produce. Podrían, incluso, usarse esos gases para producir calor.

Aunque este vertedero precisa atención de manera urgente, no es el único que debe ser atendido.


Manejar los desechos implica muchas cosas: una gran inversión de dinero que se maneje sin corrupción de parte de los gobiernos; la capacidad técnica de quienes saben manejar estos temas en el corto, mediano y largo plazo; el diseño de un sistema de recolección que parta de la educación y la conciencia ciudadana sobre el uso y manejo de la basura; la aplicación de normas medioambientales que regulen el manejo de los vertederos, entre mucho más. Toca cerrar este basurero y trazar una nueva estrategia alrededor de este problema que, cada cierto tiempo, afecta la vida y la salud de millones de personas.


Y aunque este vertedero precisa atención de manera urgente, no es el único basurero que debe ser atendido. El basurero localizado en la zona 3 de la ciudad capital también lo amerita. Allí, donde antes había un río y un perfecto ecosistema, desde hace varios años, según una nota de elPeriódico (26/5/19), llegan a dar los desechos de siete millones de personas de todas las zonas capitalinas y de 14 municipios aledaños; cada persona produce un promedio de dos libras de basura al día. Según dijo entonces Carlos Sandoval: “Si se traslada esta cantidad a un espacio real”, dice la nota, “una tonelada equivale a 4 metros cúbicos, en proporción, el Estadio Doroteo Guamuch, que tiene un promedio de 427 mil metros cúbicos, puede llenarse con esta cantidad en 31 días”.


Quien recorre las calles y carreteras de toda Guatemala sabe que la basura es un problema. Las carreteras, los barrancos, los ríos, lagos y océanos están contaminados de plásticos, pañales, latas y toda clase de desechos. Podemos producir menos basura usando menos contenedores plásticos; podemos aprender a manejarla mejor tirándola en su lugar y separándola; podemos reciclarla y convertir los vertederos en mejores lugares (parques, espacios públicos y demás), como han hecho ya en tantos otros países. Pero la voluntad política debe ir primero.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.