CABLE A TIERRA
A 10 días de las elecciones
Tan cerca de la elección, para algunos, la decisión más difícil es si ir a votar a pesar de todas las maniobras perversas que ya han hecho para asegurarse de que sean sus candidatos “los favorecidos”, o no ir a votar para no legitimar un sistema que ya tiró los dados sacando de la competencia a algunos candidatos que tenían mayor potencial de amenazar la continuidad del sistema de cooptación del Estado. Algunos inclusive, proponen ir a votar, pero anular el voto. Un predicamento, especialmente porque incluso entre personas con formas de pensar afines, tenemos diferencias en cuanto a cómo manejar esta decisión.
' Si su decisión es ir a votar, que sea para que Guatemala despierte de su pesadilla.
Karin Slowing
Un factor que sí pesa en esa disyuntiva es que sí hay algunos candidatos y candidatas que no fueron eliminados del proceso previamente, posiblemente porque el Pacto de Corruptos no calcula que representen una amenaza electoral real, como si lo fueron los que sí sacaron del ruedo anticipadamente. Muchas, son personas con trayectoria democrática, no advenedizos ni oportunistas, pues han estado activas por años en su ejercicio ciudadano y en la política, pero de manera digna y honesta, preocupados por el bienestar de la mayoría y no solo de su grupo de interés. Desafortunadamente para Guatemala, no lograron coaligarse en una alianza partidaria que permitiera canalizar la preferencia electoral de manera más contundente, pero, aun así, están participando y arriesgando todo en este proceso electoral. Gente admirable y valiente, a la cual externo mi respeto y admiración.
No se cuán claro tendrá la población guatemalteca la importancia que tiene que, si van a ejercer su derecho a votar el 25 de junio, lo hagan para contribuir a catalizar una salida de la terrible situación que estamos viviendo en el país. Guatemala de verdad que necesita un cambio de fondo; las terribles amenazas de las cuales Guatemala no se va a poder aislar requieren urgentemente de otro tipo de gobiernos a nivel nacional, municipal y en el legislativo: El incremento de la severidad, intensidad y frecuencia de los desastres socioambientales, ya no se puede afrontar solo con paliativos que llegan además a destiempo; igual con los riesgos de nuevas pandemias y otras amenazas globales a la salud y la seguridad humana; o con el riesgo de hambre que se cierne todo el tiempo sobre millones de guatemaltecos. Que la gente prefiera arriesgar la vida emigrando indocumentadamente, a seguir viendo sin poder proveer dignamente para su familia, nos debería dejar muy en claro que no podemos seguir en esta senda de autodestrucción por la que vamos todos, solo para satisfacer el afán de poder y riquezas de unos cuántos. Esos “unos cuántos” han puesto sus partidos franquicia a “competir” para asegurar que, por una u otra vía, quedan electos y siguen controlando el Estado.
Luego de 8 procesos electorales en el país, ya está bien conocido por todos, el juego de fragmentar el voto, pero siempre entre los mismos para no perder el control; la lógica de votar por “el menos peor”; o de satanizar a los demás, en lugar de ver qué proponen. Seguir siendo parte de estos juegos es lo que nos tiene en buena medida en esta situación en que estamos.
El votante sí puede marcar la diferencia; lo hemos visto en otros contextos. Sí, acá siempre puede pasar lo indecible la noche del conteo de los votos; pero, siempre es más difícil frenar una clara y contundente avalancha de dignidad de parte de los votantes. Así que, si en su decisión final está el ir a votar; que sea para que Guatemala despierte finalmente de esta pesadilla. En esto, la clase media, las personas en áreas urbanas, que ya no escapan a la debacle, tienen una particular responsabilidad, especialmente en la segunda vuelta.