La joven democracia de Guatemala empezó en 1985, con la Constitución Política y el proceso electoral que permitió, después de más de 30 años de regímenes militares, elegir a un civil. Fue creado el Tribunal Supremo Electoral (TSE), ejemplo de eficiencia y honorabilidad que, a medida que la kakistocracia (gobierno de los peores) se adueñó, pasó a ser una de las instituciones más desprestigiadas.

El 20En2023 convocó oficialmente a elecciones generales. Del 21En al 23Mzo quedó abierta la inscripción de candidatos, reservándose el derecho de a quién inscribir y a quién no. Definió el período de campaña del 26Mzo al 23Jun, y el 25Jun para elegir presidente y vicepresidente, 160 diputados al Congreso, 340 corporaciones municipales y 20 diputados al Parlamento Centroamericano. El humor chapín —paliativo a la patética realidad— anunció, ilustrado con la imagen de uno de los miembros del TSE: “Ya tenemos listos los resultados. Solo faltan las elecciones”.

El desarrollo de la tecnología es el cambio más trascendental de la humanidad que convirtió al planeta en una aldea global. A través de las redes sociales incursionó en todos los ámbitos, incluyendo el político. Recordemos el 2010, como de la primavera árabe, que comenzó en diciembre, en Túnez; contagió a Siria, Yemen y otras ciudades. La denominación llegó a implicar revolución, en una dimensión inédita en la política, particularmente luego del derrocamiento del presidente tunecino Ben Ali y, sobre todo, de la caída de Hosni Mubarak en Egipto.

Los medios de comunicación escritos publicados en periódicos o revistas hicieron notar la diferencia entre la noticia emitida en redes sociales y en papel. Argumentaron que en las redes no hay control ni filtros que validen lo expresado; cualquiera dice lo que le viene en gana sin ninguna responsabilidad, en tanto que, en lo publicado en papel, los hay de alto rigor y sujeción a la ley.

El fenómeno tecnológico de la primavera árabe llegó para quedarse, por lo que debe ser aprovechado con responsabilidad para el mejor interés de la humanidad. Sin embargo, las malas prácticas locales permiten que un don nadie, ignorante y con dudosos antecedentes, surja como candidato y sea electo presidente.

Pocos días atrás, la asociación de vecinos Salvemos Antigua convocó en el Colegio Mayor Santo Tomás de Aquino al conversatorio ¿Abstenerse, voto en blanco o voto nulo?, con el licenciado José Luis Calderón y el doctor Aquiles Faillace.

La abstención tiene dos interpretaciones. 1. Gramatical, con los sinónimos: contención, inhibición, privación, renuncia. 2. Lenguaje ordinario: avalar, dar por bueno el resultado o que no importa. Para el licenciado Calderón, es un mensaje de inconformidad a los políticos, que deben considerar. Dejar la papeleta en blanco no cuenta. Cuentan los votos emitidos. Es decir, válidos más nulos. Estos últimos pueden ser por indefinición en la marca sobre el candidato o por anulación franca de la papeleta. El doctor Faillace indicó que, en el proyecto de ley presentado, anular implicaba presionar al sistema, pues mayoría de votos nulos anulaba la elección y obligaba a cambiar los candidatos. La ley aprobada por los diputados dejó sin efecto esos detalles.

Ante lo viciado del proceso y la obscena insistencia por favorecer el plan oficial, habremos de votar por los mejores candidatos a la presidencia y alcaldías, no por quienes inducen las encuestas. Para diputados, buscar entre los partidos de oposición a ciudadanos capaces y probos, que rompan las funestas alianzas y, anular la papeleta del Parlamento Centroamericano, que, bien sabemos, no sirve para nada.