ALEPH

Adversarios sin escrúpulos

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El 3 de agosto de 1944, Juan José Arévalo entró a la ciudad capital de Guatemala y fue recibido apoteósicamente por el pueblo que anhelaba un cambio. Venía de Tucumán, luego de haber recibido el radiograma de los partidos revolucionarios que lo convocaban para representarlos. “Yo no vengo a vivir, sino a morir por Guatemala”, expresó entonces, sabiendo los peligros a los cuales se enfrentaba. “Acepté la candidatura en un acto de auténtico heroísmo, sabiendo que he venido a enfrentarme con adversarios sin escrúpulos de ninguna especie, capaces de llegar no solo a la calumnia sino hasta el asesinato, antes de resignarse a entregar el gobierno a los legítimos representantes del pueblo. Desde este momento, aquellos hombres funestos, que vivieron casi 14 años fuera de la moral y fuera del corazón de nuestro pueblo, se han dado a la empresa desesperada de buscar los elementos más audaces para anularme como candidato. No olvido —enfatizó— que desde 1934 he visto de cerca a estos hombres, interpretar y retorcer la ley para matar al adversario, para legalizar sus robos, para hundir en la penitenciaría a guatemaltecos insignes, para encharcar reputaciones de familia, para perpetuarse en el poder…”. (Jaime Barrios Archila. Páginas escogidas: sobre la presidencia del Doctor Juan José Arévalo, 1945-1951. Editorial Usac, 2004. Página 26) Cualquier similitud con la realidad actual, es pura coincidencia.

' Siempre cabe la pregunta de cuánto hemos avanzado o retrocedido en estos 70 años, ya que la historia nunca es lineal.

Carolina Escobar Sarti

Juan José Arévalo Bermejo fue el primer presidente libre y popularmente electo en la república bananera y autoritaria de inicios del siglo XX. De 1945 a 1951, tiempo que duró su período, hubo más de 30 intentos de golpes de Estado y a pesar de ello se impulsaron varias reformas de gran beneficio para toda la población guatemalteca. Se promulgó la nueva Constitución de 1945 y la Ley de Emisión del Pensamiento (1947); se crearon, en todo el país, varias escuelas tipo Federación e institutos normales, famosos por la calidad de la enseñanza; nacieron el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), el Ministerio de Trabajo, el Comité Nacional de Alfabetización (Conalfa) y la colonia El Maestro.

Surgieron, también, durante su período, la Biblioteca Nacional, el Archivo General (hoy de Centroamérica), el Conservatorio Nacional de Música, el Ballet Nacional, la Orquesta Sinfónica y el Coro Nacional. Hubo autonomía de los tres poderes del Estado y se permitió la plena participación política ciudadana, mediante la libre organización de los partidos. Arévalo se reconocía entonces como un “socialista espiritual” e impulsó las reformas desde su gobierno con la intención de integrar a las clases más pobres de la sociedad, basándose en el New Deal del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt. Por todo ello, la derecha reaccionaria de Guatemala lo señaló de comunista. Hoy, nadie con dos dedos de frente y una mediana inteligencia usaría tal calificativo para quien abrió la primavera democrática en el país. Siempre cabe la pregunta de cuánto hemos avanzado o retrocedido en estos 70 años, ya que la historia nunca es lineal. No cabe duda de que tuvimos en el primer Arévalo no solo a un estadista, sino a un prolífico escritor y a un buen embajador nuestro en países como Francia, Chile, Venezuela, República Dominicana e Israel. Arévalo vuelve a Guatemala en 1978, y aquí permanece hasta su muerte, en 1990.

Hoy, los adversarios sin escrúpulos tienen otro nombre, y no solo han secuestrado a las instituciones del Estado, sino que quieren traerse abajo al presidente electo, Bernardo Arévalo, y a su partido Semilla. Tenemos una Corte de Constitucionalidad higiénica, que se lava las manos cuando puede; un Congreso lleno de traidores; un Ejecutivo corrompido en todos los sentidos posibles; una Corte Suprema de Justicia (CSJ) liderada por mafiosos; y un MP arrodillado ante los millonarios titiriteros del Pacto de Corruptos. Todos tratando de dejarle al segundo Arévalo un país en los huesos, porque para ellos el pueblo de Guatemala no importa. Sin embargo, el 18 de septiembre ese mismo pueblo escribió otro capítulo y dijo recio en las plazas de todo el país: ¡Fuera los corruptos, Fuera las autoridades del MP, Viva Arévalo, Viva la Democracia!

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.