A CONTRALUZ
Al pueblo indígena no le tiembla la voz
El presidente Alejandro Giammattei difícilmente puede dialogar, mucho menos ahora que cree tener el poder. Hace un año, el gobernante hizo una gira por varios departamentos para impulsar el diálogo, pero en una reunión con autoridades indígenas en San Juan Comalapa, el 17 de julio del 2020, mostró su verdadera cara irascible y déspota. El rostro se le desencajó cuando Santos Julián Bal, autoridad ancestral del pueblo k’aqchikel, le planteó problemas que afrontan los pueblos indígenas. Giammattei le espetó que decía “una sarta de inconsistencias”, lo cual fue irrespetuoso y evidenció que no le importa la opinión de los pueblos originarios. Fue tan penoso el incidente que los medios de comunicación oficiales borraron esa parte del video. La actitud prepotente generó rechazo entre los pueblos indígenas, que la calificaron de “agravio, racismo, discriminación, abuso de autoridad y prepotencia”. Por eso Giammattei fue declarado no grato en los territorios de los pueblos indígenas.
' Los 48 cantones de Totonicapán advierten de que saldrán a protestar si es necesario, sin importar las restricciones.
Haroldo Shetemul
El pasado 12 de julio, el mandatario pretendió congraciarse con las autoridades indígenas al organizar en el Congreso un acto para la entrega de la silla de Atanasio Tzul a los 48 cantones de Totonicapán. La actividad se produjo horas después de que Giammattei volviera a demostrar que no tiene la capacidad de separar el cerebro del hígado cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre las demandas de que presente su renuncia, hechas por diversos sectores. Minimizó las protestas, dijo que solo eran 150 personas, calificó las manifestaciones de ilegales y dijo que impondría el estado de Prevención para evitar las movilizaciones que “alborotan el virus”. Lejos estaba el mandatario de saber que ese mismo día, en su propia cara, un dirigente indígena le reprocharía esa actitud y advertiría de que el pueblo de Totonicapán saldría a manifestar con o sin estado de Prevención.
Con rostro sereno, Manuel Toc, presidente de los 48 cantones de Totonicapán, igual al semblante tranquilo de don Santos Julián Bal, le dijo sus verdades al presidente. Con voz suave, Toc indicó que las manifestaciones deben seguir porque es la única manera para que se escuche al pueblo, y le advirtió de que los indígenas de Totonicapán saldrán a manifestar pese a cualquier medida gubernamental para restringir las protestas. “Si esta situación no mejora, seguramente saldremos, independientemente de si hay estado de Sitio o algunas presiones; vamos a salir”, dijo el dirigente indígena, con lo que demostró que el haberles entregado la silla no significó que compraran su silencio. Fiel al espíritu indómito de Atanasio Tzul, su descendiente habló claro: “Algunos piensan (…) si les damos la silla allí se quedan callados. No, esta silla nos permite a nosotros mayor protagonismo, mayor exigencia, mayor representación”.
El presidente no es una persona que pueda controlar sus emociones ni sus actitudes vengativas. Juan Francisco Sandoval fue uno de los fiscales que investigó el caso Pavo Real por la masacre de siete reos en la Granja Penal Pavón, ocurrida en el 2006. Giammattei estuvo detenido diez meses por ese hecho y salió libre. Solo así se podría explicar su actual encono contra Sandoval, a quien señala de hacer justicia selectiva y de llevar su ideología a sus actos, con lo que se ha unido a los sectores de extrema derecha que atacan al fiscal. Sin embargo, el presidente de los 48 cantones le señaló directamente al mandatario: “Fuimos a mostrarle nuestro apoyo al fiscal Sandoval; somatamos la mesa diciendo que se mantenga la Feci. Si tocan a la Feci se meten con los 48 cantones. No es cuestión de ideologías, sino es un concepto de que nosotros sabemos que la Feci está haciendo un buen trabajo”. Y Toc no lo dijo a escondidas, se lo dijo de frente, cara a cara, al presidente Gimmattei. Así habla el pueblo indígena.