SI ME PERMITE

Antes de llegar a exigir debemos saber pedir

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“Qué cosa tan extraña es el hombre: Nacer no pide. Vivir no sabe y morir no quiere”. Facundo Cabral

Cuando uno está exigiendo algo, normalmente se apoya en la autoridad que tiene para poder exigir, como en el caso de un trabajo o una contratación, y aún así la reacción de la persona ante la exigencia es de una postura mucho más de aprehensión que de obediencia, pero cuando sabemos pedir las cosas con un modo correcto, no hay duda de que nuestra autoridad será mucho más tomada en cuenta, por el modo en que se hace.

' La autosuficiencia se reduce al máximo si permitimos a Dios tener parte en nuestra vida diaria.

Samuel Berberián

Es sorprendente ver cómo muchos que están exigiendo no están dispuestos a hacer o posiblemente tampoco están interesados en aprender cómo hacerlo. La modalidad de una humildad y sencillez es mucho más agradable al pedir que la imposición. Porque no se puede negar que el que pide está en el estado de desventaja y el que está dando tiene ventaja porque de él necesitaron y tuvieron que pedírselo.

Claro está como en el caso de los préstamos, que cuando uno pide adquiere el perfil de deudor y el que excede y da gana la postura de acreedor, y estos dos estados en la vida tienden a polarizarse y casi nunca tienen una relación armónica y amistosa.

Cuando uno ve que el acreedor se acerca, lo primero que piensa es que me estarán pidiendo el pago o la compensación de lo que debo. Y en el caso contrario, cada vez que el deudor se está acercando, lo primero que se piensa es que viene para expresar alguna consideración de lo que debe o bien para pedir más.

Muchísimas veces observamos personas con una imagen de autosuficiencia, pero en ningún momento está negando que, en la vida, para poder lograr lo que nos proponemos, nos hace falta una interdependencia, la cual debe ser sanamente cultivada y también cuidada para que no se deteriore.

Cuando estamos dispuestos a tener una conducta de madurez y responsabilidad, lo que se debe tener definido son las prioridades, para que en dado caso de limitaciones se tenga que recurrir a pedir y la respuesta será muy diferente. No es lo mismo tener que pedir algo por asuntos de gusto que aquello que es una necesidad.

Si estoy interesado en ir a un paseo, posiblemente me acompañen, pero no necesariamente me lleven, a menos que sea un niño. Pero si tengo la necesidad de llevar a alguien al hospital, por su estado de salud, fácilmente la gente es solidaria, y aun cuando no puede, me apoya para ver quién me puede llevar.

Es sorprendente en esta vida, aun cuando he llegado a pagar y he devuelto lo que me prestaron, siempre hay una imagen de deudor que habrá de seguir y ha habido casos en los cuales aquellos que me ayudaron, cuando se invierten las situaciones que se vive, pueden de un modo prepotente enfrentarnos para que les ayudemos, simplemente por el hecho de que cuando nosotros estuvimos en necesidad ellos nos asistieron.

Si nuestro propósito es vivir en paz, aunque sin las comodidades, debemos calcular qué tenemos y lo que no es necesidad, evitarlo. Sin lugar a duda, la vida que vivimos está a la vista de todos cuando no estamos presumiendo, pero los que nos conocen pueden percibir las necesidades, y si nos ofrecen ayudar, debemos ser lo suficientemente humildes en agradecer lo que se nos está ofreciendo.

Y si el dicho es “al que te pide dale”, la contraparte sería al que te exige, evítalo, para que simplemente vivamos en paz y armonía.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.