RINCÓN DE PETUL

Apremia una posición nacional seria sobre la migración

|

Era 2016. Estados Unidos se perfilaba a la más cruda y polarizada campaña electoral, donde un Trump dominaba titulares con sus amenazas e insultos contra las nutridas y vivaces poblaciones inmigrantes. La hispana, la nuestra, en particular. Coincidió que, en Guatemala, un incauto recién se estrenaba en la presidencia, y en una de sus primeras acciones, decidió tomar avión hacia Nueva York, cosmópolis del mundo. Ya ahí, de sorpresa, le cayó una invitación que —realmente— era una oportunidad para nuestro país. Una ocasión para posicionarnos, desde un alto podio, en el cruento debate del que nuestros compatriotas expatriados eran carne de cañón. El muy influyente New York Times, en su edición en español, que inauguraba ese día sus videos en Facebook Live, le dio micrófono a Morales para ser, en ese espacio, su primer entrevistado. ¿Cómo le contesta (Guatemala) a Donald Trump su propuesta del muro? le preguntó el entrevistador. No respondió un llamado a la cordura, ni un abogo por el valor humano. Esputó, en cambio, la infame propuesta de que fueran los nuestros quienes —con mano de obra barata— construyeran ese muro, chiste penoso, que hizo reír a demasiados pocos.

Ciertamente, esa vergüenza se intentó refutar con justificaciones, pero fueron incapaces de ocultar lo más grave: no el calibre de semejante ocurrencia que tuvo el individuo en ese momento, sino la exposición de cómo un presidente, acompañado de su canciller, puedo llegar a esa instancia, a tal plataforma, sin una posición clara, de país, sobre tan destacado y complicado problema regional. Uno al que el mismo Morales manifestó deberse, diciendo que tenía “un compromiso humano y ético con nuestros hermanos guatemaltecos en el exterior”, en su discurso de asunción al cargo, tan solo tres meses atrás.

' Los hombres de Estado han de ser asertivos para cumplir ofrecimientos.

Pedro Pablo Solares

Viene a colación este desagradable recuerdo ahora, cuando Guatemala vive la esperanza de un nuevo amanecer político, pues 2024 trae paralelismos. Nuevamente, EE. UU. enfrenta un año electoral donde las amenazas contra inmigrantes hispanos serán nuevamente predominantes. Y en Guatemala, nuevamente el gobierno recién asume funciones, tocándole —encima— construir sobre las ruinas, burocráticas y políticas, que el régimen de corrupción recién destronado dejó. Las ocupaciones son demasiadas, y el tiempo es escaso para diseñar una posición propositiva, no solo discursiva, que haga sentido a la población.

En la presente era, las naciones dudan de las democracias como mecanismos efectivos para el bienestar social. Los hombres de Estado han de ser asertivos para cumplir ofrecimientos. Este es el caso de Arévalo, que asumió la alta responsabilidad de dar credibilidad al desprestigiado Gobierno. En su discurso de toma de posesión, se comprometió a exigir que los migrantes guatemaltecos sean tratados con dignidad, respeto y compasión en el extranjero. Posición retórica correcta, pero revestida de inmensos obstáculos. Obviamente Arévalo, al no ser un bufón, jamás caería en el ultraje recordado. Pero cabe resaltar la pifia, pues nació desde el momento en que no se diseñó una posición estratégica oportunamente. Estas líneas las escribo desde Virginia, y aquí, Trump y sus gobernadores belicosos pueden tener buenos resultados en noviembre. Guatemala, siendo un país pequeño, requiere habilidad.
A nuestro favor, el canciller de alta talla que fue nombrado. En contra, la dimensión del lío, y que todos los problemas internacionales heredados saturarán la agenda diplomática. La integridad de los migrantes nos afecta a todos. El reto ha de ser tomado con la máxima seriedad y prontitud.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.