La consolidación de un poder único sin división alguna en Nicaragua sigue consolidándose. Las tácticas usadas por el régimen Ortega Murillo afectan directamente la vida y desarrollo de los nicaragüenses y además deben ser un llamado de alerta para la región latinoamericana.

El sistema de gobierno constitucional republicano pretende limitar el uso del poder público para que los ciudadanos puedan gozar de libertad y los funcionarios estén sujetos a la ley y puedan hacer solo lo que la Constitución les faculta.

La situación detallada anteriormente responde directamente al principio de legalidad. Este principio es esencial para construir certeza jurídica de las expectativas y actitudes de los gobernantes ante distintas situaciones. Sin embargo, cuando se empieza a disminuir la claridad y obligatoriedad con la que los funcionarios deben cumplir con la Constitución y la ley, estos pueden actuar a su manera y antojo, poniendo a los ciudadanos en una situación de incertidumbre sobre sus derechos, futuro y actividad del funcionario.

Hay tres mecanismos y tácticas que sobresalen contemporáneamente en las consolidaciones de proyectos políticos autoritarios: crear enemigos ficticios abusando del lenguaje, deslegitimar a la oposición y concentrar el poder.

El lenguaje y semántica ha sido una herramienta muy poderosa a través de los años, y los políticos que consolidan proyectos autoritarios lo saben. En Nicaragua, Murillo, la esposa de Ortega, quien es fórmula y figura pública del régimen, constantemente está creando “etiquetas” para que las personas no se atrevan a criticar al régimen.

Constantemente está creando desde el discurso público y oficial señalamientos en donde dirige insultos de carácter moral, animal e incluso religioso en contra de la idea de personas que critiquen al régimen.

Lastimosamente, el discurso público y emitido desde los micrófonos oficiales tiene un efecto y en buena parte de la población estos discursos calan en el inconsciente.

La táctica de abuso del lenguaje y atacar verbalmente a la figura de crítica del gobierno es utilizada para justificar ante el público la deslegitimación total de la oposición. Las asociaciones civiles, partidos políticos, periodistas y empresarios representan una forma de ejercer libertades, y como las libertades son enemigas de los proyectos autoritarios están son censuradas. Recientemente vimos en Nicaragua el cierre de una universidad referente para la región latinoamericana. Como antecedente a esa situación también se ha visto el cierre de empresas, medios periodísticos y asociaciones civiles.

La concentración de poder es tanto el medio como el fin de la consolidación de regímenes autoritarios. La eliminación de cualquier mecanismo de frenos y contrapesos que pueda ordenar o limitar de cualquier manera el poder público. Recientemente, en el caso nicaragüense, la pareja autoritaria desde el Ejecutivo tomó por completo el Poder Judicial a través de despedir ilegalmente a un conjunto de jueces y asumir el control de forma ilegítima.

El filósofo francés Montesquieu identificó la tragedia de concentración de poder claramente hace unos siglos: “Cuando en la misma persona o en el mismo cuerpo de magistratura, la potestad legislativa y la potestad ejecutiva están reunidas, no puede haber libertad; porque se puede temer que el mismo monarca o senado pueda hacer leyes tiránicas para ejecutarlas tiránicamente”.

La situación y solución política en Nicaragua es sumamente compleja. A medida que estas acciones en otros países sean repetidas y pasen desapercibidas, se corre el peligro de transitar hacia la vía autoritaria. Latinoamérica ha tenido una lucha constante para lograr consolidar proyectos políticos que protegen la libertad y permitan el desarrollo de sus habitantes.

El caso de Nicaragua no debe pasar desapercibido para todos los países vecinos, para buscar soluciones y salidas, así también para aprender de las lecciones.