PUNTO DE ENCUENTRO

¡Basta ya! Ninguna más

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La violencia contra las mujeres y las niñas sigue imparable en Guatemala. Tan terrible es la situación que llevamos más asesinatos de mujeres que días del año. El Observatorio de la Mujer del Ministerio Público reporta hasta el 3 de octubre, 453 asesinatos y más de 57 mil denuncias por violencia física, sexual, psicológica y económica.

El Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) presentó un informe en el que alertaba de un incremento de los asesinatos de mujeres. Entre enero y agosto de 2021, según el reporte, las cifras de muertes violentas aumentaron 31% respecto de las ocurridas en el mismo período el año anterior.

Solo este sábado 9 de octubre presenciamos con profundo dolor e indignación la aparición de tres mujeres que fueron torturadas y asesinadas, después de que sus familias reportaron su desaparición, y la noticia de una adolescente asesinada a balazos, cuyo cuerpo fue lanzado desde un vehículo en marcha en un camino de Huehuetenango.

No. No es una película de terror. Es el horror y la violencia a la que nos enfrentamos todos los días, cada día, las mujeres, las niñas y las jóvenes de Guatemala. Y esto no tiene que ver con un episodio de ira o locura momentánea de los agresores, ni tampoco con un ataque de celos o con mentes enfermas que no saben lo que hacen. No. Esto es producto de una sociedad en la que prevalece el desprecio, el odio y el repudio hacia las mujeres y en la que se exalta la hombría, la virilidad, la violencia y, sobre todo, la actitud de superioridad masculina y de dominio sobre nosotras.

' La narrativa que criminaliza a las niñas y a las mujeres y justifica a sus violadores y asesinos contribuye a perpetuar la violencia machista.

Marielos Monzón

Tanto se ha naturalizado esta concepción de dominación, que en casi todos los espacios (escuelas, iglesias, medios de comunicación) se contribuye a reafirmar conceptos y estereotipos discriminatorios que refuerzan la idea de que las mujeres somos inferiores, no tenemos los mismos derechos y debemos someternos a la voluntad y al dominio masculino. Y que si no lo hacemos, merecemos ser castigadas y hasta asesinadas.

Eso y no otra cosa es lo que hay detrás de los femicidios y las muertes violentas de las mujeres. Resulta increíble que en pleno 2021 tengamos que seguir repitiendo, una y otra vez, que la violencia contra las mujeres no es natural, que es un delito y que no debe tolerarse. Y que tengamos que salir al paso de posturas y discursos cavernarios en los que se culpabiliza a las niñas y a las mujeres de la violencia que sufren.

El colmo es la incitación a la violencia sexual que se da cuando se justifican las violaciones y los embarazos forzados, incluidos los de las niñas y adolescentes. Hay una campaña que circula por las redes sociales que si bien califica las violaciones sexuales como un “infierno”, eleva a la categoría de “cielo” la maternidad forzada de niñas de menos de 14 años de edad.

Eso, en un país como el nuestro, en el que de enero a julio de 2021 se reportaron 3 mil 203 embarazos de niñas entre 10 y 14 años y de enero a agosto 1,271 partos en este mismo rango de edad, es una actitud cínica, aberrante y, hasta cierto punto, cómplice de la violencia sexual.

La narrativa que criminaliza a las niñas y a las mujeres, justifica a sus violadores y asesinos y reafirma que los espacios de poder y la toma de decisiones son competencia exclusivamente masculina y que las mujeres estamos destinadas solamente al rol de madres y esposas y, por lo tanto, no tenemos cabida en el espacio público, contribuye de forma determinante a perpetuar las violencias en contra de las mujeres. La violencia basada en género y los femicidios no son un asunto que competa únicamente a las mujeres. ¿Cuántos asesinatos y violaciones de mujeres y niñas hacen falta para que reaccionemos? Basta ya. Ni una más.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.