SI ME PERMITE

Buscando el bien del prójimo nos dignificamos

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“No se pierde tiempo que se emplea en procurar hacer el bien”. Concepción Arenal

Cada uno de nosotros llegamos a esta vida y rápidamente descubrimos que no estamos solos, hay otros que nos rodean; cada uno de ellos tiene un lugar especial y por ello nosotros debemos definir cuál es el espacio que a nosotros nos pertenece y luego saber respetar el de los demás.

' Cuando nosotros promovemos el bien de otros, esto tarde o temprano ampliará nuestras relaciones.

Samuel Berberián

Este principio nos ayudará a entender que la vida no tiene en ningún momento coincidencias, si bien así las explicamos. La verdad es que coexistimos cada uno de nosotros en nuestra privacidad y el conjunto de estas hace la sociedad a la que todos pertenecemos.

Por lo mismo, las circunstancias que enfrentamos a diario nos invitan a una vida enmarcada en la responsabilidad porque cada acto de nuestra vida se va encadenando llegando a poner un perfil a lo que cada uno de nosotros somos. Es verdad que no a todos les interesa saber quiénes somos y qué pretendemos hacer en esta vida, pero sí lo debe saber cada uno de nosotros para avanzar individualmente en su ritmo, sin tener que esperar que otros estén haciendo lo nuestro para alcanzar nuestro objetivo tan añorado.

Es muy importante tener presente el devenir de nuestra vida y, por lo mismo, cuál es el próximo paso para poder llegar a aquello que en un momento soñamos.

Por ello debemos estar más que conscientes de lo que nos rodea, sea esto en la cortesía que exteriorizamos o el respeto que mostramos para que los que nos rodean no necesiten dar explicaciones porque nuestro modo de ser lo dice todo.

Por lo mismo, es sorprendente cómo otros son tan precisos en explicar quiénes somos y cómo procedemos, y no tiene que ser simplemente cuando hay una necesidad de una carta de presentación. Si bien esto ha llegado a ser un requisito para los trámites que debemos hacer, muy rápidamente los que reciben las cartas de presentación pueden sacar sus conclusiones de si son certeras o no.

Una expresión que muchas veces se escucha cuando se le recomienda a alguien para hacer algo es la de: “¿y qué gano con eso…?” A la verdad, no es lo que se gana, sino lo que se va proyectando de lo que uno es para que los que nos rodean puedan formar su criterio y saber cuándo pueden contar con nosotros, o bien si piensan mejor alejarse de nosotros.

Esta realidad es con el mismo principio de sembrar y cosechar, porque una actitud o un gesto, en un momento dado, alguien lo observa, y eso es suficiente para que se nos recuerde aun cuando no se acuerden exactamente de nuestro nombre.

Cuántos favores se han hecho simplemente porque la persona así es y es su modo de vivir, y por ello en el momento menos esperado ese favor que tal vez algunos juzgaron como algo innecesario se nos regresa como la ayuda inesperada que nos ayuda a cruzar un umbral para ampliar el panorama de nuestra vida.

Cuando uno vive pensando lo que será mañana, no por ansiedad, sino como un modo de construir la vida, llega a vivir con gente agradable que le rodea, lo busca y lo aprecia. Pero, lamentablemente, cuando uno vive para el hoy y su gusto, la soledad es la única realidad que tiene y el colmo es todavía vivir extrañado por la realidad.

Seamos sabios en el año que estamos iniciando, buscando el bien del prójimo, y de ese modo enriquezcamos nuestra vida por las relaciones que hemos cultivado.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.