CON OTRA MIRADA
Cien años del arquitecto Haeussler Uribio
Carlos Haeussler fue uno de los profesionales más importantes en la arquitectura moderna de Guatemala en el siglo XX. Nació el 20Mz1923, en la finca Santa Sofía, San Pedro Yepocapa, Chimaltenango, en donde estudió la primaria; la secundaria, en el Instituto Nacional Central para Varones, en donde se graduó de bachiller en Ciencias y Letras. Su inquietud por el arte de construir lo llevó a la Universidad Autónoma de México (Unam); se graduó en 1953. Falleció el 9Ab2016, a los 92 años.
' Su capacidad, integridad y ternura fueron características permanentes durante su larga y productiva vida.
José María Magaña
Durante su estadía en México compartió con otros dos guatemaltecos: Roberto Aycinena Echeverría y Jorge Montes Córdova. La amistad tuvo como hilo conductor el deseo por crear una facultad de Arquitectura en Guatemala, para que otros jóvenes no tuvieran que salir del país para formarse.
A su regreso, los tres amigos contaron con el apoyo del Colegio de Ingenieros, que los recibió, colegió y cambió de nombre por el de Ingenieros y Arquitectos. Laboralmente se integraron a la Dirección General de Obras Públicas y municipalidad capitalina. La inquietud por crear la Facultad de Arquitectura los llevó a buscar al rector de la Universidad de San Carlos (Usac) y a los decanos de Ingeniería y Humanidades.
Inicialmente no tuvieron éxito. El decano de Ingeniería los invitó a integrarse al claustro de catedráticos, creando el Departamento de Arquitectura, desde el cual insistieron ante la Usac. La nueva facultad fue creada el 7Jun1958. Mientras tanto, la idea del alcalde Martín Prado Véliz de construir el nuevo palacio del ayuntamiento y crear un centro cívico tomó nuevo rumbo y brío bajo el criterio de Corazón de Ciudad.
Desde las instituciones públicas y otros profesionales en ejercicio de la profesión se sumaron esfuerzos y fue concebido el más importante proyecto urbano-arquitectónico existente en el país, al que se integraron las artes plásticas, a escala urbana y monumental, de la mano de los más grandes artistas de aquella misma generación.
Supe de Carlos al entrar a la Facultad de Arquitectura en 1968. Su prestigio como fundador, cocreador del Centro Cívico y autor de tantos otros edificios en la ciudad de Guatemala hacían de él un obligado referente profesional. Intereses personales y culturales me vincularon con aquel trío de amigos.
En uno de tantos encuentros, Carlos, sin preámbulo alguno, me preguntó: ¿Qué es de tu tía Bertita? Mi sorpresa debió ser notoria, pues de inmediato agregó: —es que ella fue contratada por mi papá como maestra en la finca donde vivía; fue quien me enseñó a leer y escribir—. Pues, fijate, respondí, que para la II Guerra Mundial, el ejército gringo envió voluntarios a hacer su servicio militar a Guatemala y ella, como tantas otras patojas, conoció a un oficial de apellido Gruberman y se enamoraron. El periodista Álvaro Contreras Véliz despectivamente las llamó gringueras. El caso es que mi tía —La Nena— tuvo el arrojo de irse a San Antonio, Texas, en donde se encontraron y se casaron. Con regularidad viene de visita. —Me encantaría verla de nuevo—. Cuando tenga noticias te contaré.
La cita tuvo lugar en la casa de mis padres. Por demás está decir lo emotivo del encuentro, 40 y algo más de años después, entre el alumno, niño de 6 años, y su joven maestra de 20.
Su capacidad, integridad y ternura fueron características permanentes durante su larga y productiva vida. Me siento feliz de haberla compartido, por lo que me sumo al festejo familiar por el centenario de su nacimiento, en el día del Solsticio de Primavera, que se cumplió el pasado lunes 20 de marzo.