CABLE A TIERRA

Clase media: salvaguarda de los corruptos

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Triste destino por el que ha optado una parte de la denominada “clase media”: servirle de lacayos, achichincles y operadores a la mera mata. Los ejemplos abundan y, seguro, al leer esto, rapidito se imaginó al menos un rostro conocido. Logran avanzar sus carreras y su economía porque se venden al mejor postor. La mera mata no se embarra las manos: es a estos otros a los que vemos operar las decisiones en cortes, ministerios, secretarías. Y estos achichincles tienen sus achichincles, que a su vez van tejiendo sus redes dentro de las instituciones públicas, pero no para servir a la población, sino que están enteramente al servicio de intereses particulares, sea de empresas, grupos políticos u otros grupos aún más oscuros. Sin estos operadores no podrían hacerse las transas. Son también, eso sí, los primeros en caer cuando las cosas van mal. Si no, mire el reciente caso del juez Moto: usado y descartado sin que hasta hoy sepamos quién era su “manager”.

Esta es parte de las razones por las cuales cuesta tanto acabar con la corrupción: la red de operadores, ubicados en puestos intermedios de poder (no solo altos puestos públicos), son los que hacen la gestión, el trámite, el proceso administrativo que permite la corrupción, el tráfico de influencias; son los que “protegen” a un ministro de la población que les reclama justamente su derecho, pero también son los mercenarios que dirigen y lideran sindicatos que se pliegan y acomodan, permitiendo que pasen las corruptelas. Bajo el argumento de “puedo perder mi empleo o mi empresa si no me pliego”, también son parte de la destrucción de nuestro país.

' La clase media puede romper el yugo de la corrupción o ser su esclava.

Karin Slowing

Edelberto Torres-Rivas, en su trabajo sobre el Edificio de 5 pisos, describió la estructura estamental de la sociedad guatemalteca: las capas medias están atrapadas entre el terror de caer en la pobreza y el deseo legítimo de prosperar en una sociedad cuya elite ha cercenado los mecanismos para procurar la movilidad social ascendente, propios de una sociedad capitalista: educación, empleo y seguridad social. Sienten que no pueden hacer otra cosa más que callarse, acomodarse.

Bloqueados en sus aspiraciones de mejora digna por una elite económica profundamente egoísta y ambiciosa, incapaz de fraguar un proyecto incluyente de país, la “clase media” ve con temor su declive. En su intento por diferenciarse lo más posible de ese infortunio, prefieren la acostumbrada migaja que le sueltan a poder buscar un desarrollo más pleno y sostenible para todos. Les da miedo el cambio, aun y cuando las cosas podrían cambiar para bien si se movilizaran.

Les cuesta aceptar que, cada vez más, la “clase media” está descendiendo a los sótanos de la pobreza. Aunque siga empeñada en negar su realidad. Lo dijo el Banco Mundial: Guatemala es el único país en Latinoamérica donde la clase media, en lugar de ampliarse, se redujo más de 12 puntos porcentuales entre el 2000 y el 2012. ¡Imagínese usted cómo estaremos ahora! La economía concentradora de riquezas en una pequeña elite marca la historia de nuestro país y es el trasfondo de esta descomposición.

Si unos pocos concentran las oportunidades y se las quitan a las mayorías, las mayorías buscarán siempre alguna salida. Los pobres migran indocumentadamente; la clase media ha optado, en general, por volverse servil y acomodada al sistema. Otros deciden dar el salto de una vez y asaltar el erario, como la única forma que les queda para el enriquecimiento y “ascenso social”. Así muchos deciden hacerse “políticos” para cumplir este propósito.

Si la clase media no reacciona pronto, pero muy pronto, en pocas semanas estará marcando el futuro de sus hijos por varios años.

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