RINCÓN DE PETUL

Columna desde un avión

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Faltan solo 55 minutos para que empiecen a anunciar que es hora de abordar el avión. Desde la sala de espera abro el teclado. Rápidamente intentaré compartir sobre los diez últimos días en Washington, DC, Richmond y Filadelfia. “¿Trabajo o placer?”, recién me preguntaron…

He de reconocer que esta ciudad me conmueve y siempre que tengo oportunidad de venir, lo vivo. La conocí cuando recién iniciaba mi carrera en Derecho y aprendía la teoría del Estado. Y en su diseño y con su arquitectura, tiene mágica capacidad de ser epítome, con sobria majestuosidad, del ideal que inspiró las revoluciones de la época, del final del siglo XVIII, cuando el país fue creado: el ideal de la República. Ese que luego adoptaron nuestras naciones latinoamericanas; unas de forma más efectiva y honesta que otras. Es ese mismo modelo que, con el alto precio de la sangre, sirvió para ir aboliendo la autocracia y presentar a los pueblos una vía para autogobernarse, para promulgar sus propias leyes y fiscalizar, por medio de lo que llamamos estado de Derecho. En el parque núcleo de la ciudad hay monumentos a Washington y Lincoln, símbolos de la creación y la preservación de esta nación, y al frente, el gran Capitolio del Poder Legislativo, casa de los representantes del Pueblo. La Casa Blanca presidencial aparece en segundo plano y no sobre la explanada principal, cosa congruente con el espíritu democrático que inspiró al urbanista L’Enfant en el diseño de la ciudad.

' Una amalgama ya indestructible de nuestras culturas latinoamericanas con lo más profundo del corazón de EE. UU.

Pedro Pablo Solares

Luego de unos breves días aquí, viajé dos horas al sur, a la ciudad de Richmond, en Virginia. Una vez la capital de los Estados Confederados durante la Guerra Civil, hoy la visita se debió a asuntos más, digamos, “quetzalizados”. Y es que en esta urbe se ha asentado ahora la más importante migración internacional de salamatecos, y una de las más grandes comunidades verapacenses en Estados Unidos. Aprendimos, una vez más, cómo una persona de los departamentos guatemaltecos ha luego jalado a sus hermanos y vecinos al mismo lugar donde él encontró oportunidad. El efecto de asociación crea ciudades espejo de su comunidad original y luego son contratados para los servicios más básicos y elementales de la economía estadounidense. Confieso que no recuerdo haber escuchado antes que nadie me dijera salarios tan altos como los que dijeron percibir aquí los salamatecos de ciertas industrias, llegando hasta a $50 la hora de trabajo por estas especialidades laborales. Sin embargo, particular decepción causó la escasez de negocios operados por guatemaltecos, como sucede en tantas otras ciudades de esta Unión, quedando el protagonismo de las operaciones comerciales en manos de otros hermanos centroamericanos. Hablando de decepciones, presenciamos un partido de fútbol entre seleccionados locales, donde nuestro país perdió 4-1 contra los salvadoreños en un clima cercano a los 0 grados centígrados.

Por último, tuvimos la hermosa ocasión de visitar la también fascinante Filadelfia, lugar donde aquellos principios democráticos se fundieron en sus documentos fundacionales: El Acta de Independencia; la Constitución; y sus primeras enmiendas, llamadas el “Bill of Rights”. Injustamente creo que no tiene la notoriedad de otras más célebres urbes, quizás solo por estar entre Washington y Nueva York. Notablemente, presenciamos la transformación cultural de Filadelfia en el tiempo, con la influencia italiana en el famoso barrio de South Philly, y las emergentes culturas latinas —particularmente hondureñas— en el barrio más al norte donde nos hospedamos. Hasta este momento me doy cuenta de que las tres ciudades que visité son las mismas tres que han servido como capitales: la vigente de la Unión, la de la Confederación, y la primera de este país, que cedió lugar a la neutral DC, en el límite entre los Estados del sur y del norte. Termino reconociendo que esta columna quedó vaga, pero espera ser rica en las vivencias compartidas, en especial, la amalgama ya indestructible de nuestras culturas latinoamericanas con lo más profundo del corazón de este país. Nos vamos. El avión se aproxima y empieza el camino de regreso a casa.

* Esta columna defiende el legítimo resultado electoral del 20 de agosto, y cerrará con este mensaje independiente al tema de cada artículo, hasta la esperada toma de posesión del presidente y vicepresidenta electos Bernardo Arévalo y Karin Herrera, el 14 de enero de 2024.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.