CABLE A TIERRA

Columnas de opinión, un ejercicio de ciudadanía

Una tarde de septiembre 2013 recibí una llamada del licenciado Miguel Ángel Méndez Zetina, entonces director de redacción de Prensa Libre. Lejos estaba de imaginar que ese día mi vida profesional iba a adquirir un matiz inesperado: convertirme en columnista para Prensa Libre. De entonces para acá, han pasado 10 años, cuatro meses y cerca de 500 columnas publicadas cada miércoles. Como profesional de los temas del desarrollo y la administración pública, ha sido un gran privilegio compartir mi pensar sobre una gama de temas de alta relevancia para el país, entre éstos salud, la pandemia COVID-19, seguridad alimentaria y nutricional, pobreza y desigualdad, estadísticas, así como otros diversos contenidos sobre políticas públicas y la gestión del sector público. También columnas sobre hechos muy específicos de la coyuntura nacional, conforme éstos fueron surgiendo.

' Dedico esta columna a mi mamá, mi más ávida y fiel lectora.

Karin Slowing

Mi primera columna fue un miércoles 13 de septiembre 2013; abordé la importancia de hacer el censo de población, uno que no se había actualizado desde el año 2002. Veo las varias columnas que escribí insistiendo sobre el tema en esos cinco años hasta que finalmente se tuvo nuevo censo en el 2018. Por supuesto, no me atribuyo ningún rol en que el Gobierno haya tomado la decisión de hacer el censo 2018. Sin embargo, si bien la opinión que una emite es personal, a la vez es un reflejo del pensar y/o sentir de una parte de la población del país, y eso es lo que importa. De alguna manera una capta parte del “sentir social” y traslada en letras, las voces de muchos más. Entendida la columna de opinión desde esa perspectiva, es una herramienta de participación ciudadana, que debería aportar siempre a la profundización de la democracia. Eso he intentado hacer, al menos, todos estos años.

En este caminar de una década, y no siendo, además, comunicadora de profesión, guarda en mi corazón un lugar especial el haber sido designada como columnista destacada del 2019 por la Hemeroteca Nacional, en ese entonces a cargo de la licenciada María Eugenia Gordillo. ¡Un honor nunca imaginado!

Hoy, miércoles 24 de enero de 2024 me toca despedirme de ustedes, estimados lectores. Un nuevo desafío ciudadano y profesional ha tocado a mi puerta, y he decidido aceptarlo. Ser columnistas es un oficio que he sufrido y disfrutado a la vez. Sufrido, porque toma esfuerzo, dedicación y una disciplina draconiana cumplir con la redacción semanal y la entrega a tiempo, y que el contenido tenga un estándar razonable, al menos para una. Disfrutado también, porque para algunos, las letras son nuestros mejores vehículos de expresión, premiadas cada vez que se asoma un lector y se queda más allá del título. La máxima retribución se da cuando se tiene el privilegio de que le escriban los lectores para manifestar su propia opinión, de forma respetuosa, sobre lo que una ha escrito. He tenido varios momentos de ese tipo estos años, que son de los mejor que me llevo.

Dedico esta columna, a mi mamá, la más fiel y constante de mis lectoras. A don Estuardo del Valle, otro fiel lector, a quien le agradeceré siempre sus palabras de aliento para seguir escribiendo. De Prensa Libre, valoro la absoluta libertad que gocé siempre para expresar mi opinión. Mi gratitud para la licenciada Doménica Velásquez por sus lindas palabras de despedida; y mi reconocimiento y aprecio para Brenda Cetino y su equipo, quienes semana a semana están pendientes de nosotros, los columnistas, y en apoyo para que logremos entregar a tiempo al cierre de edición. Me voy con una enorme satisfacción y con la esperanza de que nuevos columnistas mantengan en agenda pública la búsqueda del bien común, los temas de la salud, y del desarrollo humano en general.

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