META HUMANOS

Conversaciones horizontales pero profundas

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¿Le molesta que le hable de tú? Le dice un joven al Papa Francisco en el recién estrenado documental Amén, Francisco responde.

Si bien no es la primera vez que vemos al Papa hablar sobre temas complejos, en esta oportunidad es la primera que lo vemos abrirse a una conversación, a un diálogo, entre iguales. Un espacio en que el Papa es un maestro, un aprendiz, un escucha.

El Papa se reúne con 10 jóvenes, cuidadosamente escogidos, cada uno con realidades y experiencias diversas entre sí, que abordan temas difíciles de llevar a la mesa. Por difícil o controversial que sea el tema, el Papa responde a cada uno de ellos desde una mirada de fe y de amor.

Como joven, creo que este documental llega en el momento indicado, porque es lo que necesitamos hacer como generación, sociedad y como país: aprender a escucharnos.

En ese espacio se plantearon preguntas que hoy son bastante incómodas para la Iglesia, pero que también son necesarias. Preguntas que tenemos los jóvenes, que hacemos en casa, o que nos hacemos a nosotros mismos. Temas de los que no se habla, para fingir que no suceden, lo cual no excluye que sigan existiendo.

' Solo desde la horizontalidad se pueden tener conversaciones profundas.

Aparicio López de León

El Pontífice da un paso al frente y les dice: “Pelota al centro, inicia el partido”. Francisco, que es papa, que es también jefe de Estado, se sienta a conversar. Si bien ningún papa en la historia se había permitido participar de una conversación como esta, o por lo menos no públicamente, son muy pocos los gobernantes que participan de espacios similares, donde el diálogo es el pilar fundamental, donde no hay un guion o preguntas preacordadas, donde se responde con honestidad y se escucha para entender.

Por momentos, el Papa es incluso solo un escucha de la conversación que están teniendo los jóvenes, pero un escucha atento, no a medias. Él decide prestar atención a lo que discuten, a sus preocupaciones y experiencias. Aprovecha su liderazgo y su influencia para dar una lección al planeta entero, sobre cómo debemos dar el paso hacia el futuro: escuchándonos los unos a los otros, no solo con los oídos, sino desde el corazón, con una actitud que no se limita a escuchar qué es lo que el otro tiene para decir, sino tratando de entender el porqué de sus preguntas, el porqué de sus opiniones.

El Papa no tiene ningún problema con que lo tuteen y reconoce la necesidad de generar diálogos horizontales, porque solo desde la horizontalidad se pueden tener conversaciones profundas. Solo desde la apertura, la honestidad, la empatía y la escucha atenta es que podemos entender al otro. Para tener conversaciones de calidad debemos entonces estar todos al mismo nivel en la mesa, y eso debe verse reflejado en el lenguaje. En el lenguaje horizontal encontramos ese respeto y amistad que se reflejará en la calidad de las conversaciones.

Como joven, quisiera que las generaciones presentes en el mundo podamos estar abiertas al diálogo, a construir futuro desde las diferencias, en especial desde la diversidad de opiniones e ideas. Estar abiertos a escuchar al otro, y si pensamos diferente sea oportunidad para intentar entendernos, para reconocer otras opiniones, otras motivaciones, con las que puedo estar en desacuerdo, sin que eso nos vuelva enemigos.

La realidad es que no podemos seguir polarizados y echándonos culpas unos a otros. Debemos aprender a conversar y escucharnos mutuamente. Postergar hacernos las preguntas solo porque nos incomodan es insostenible. El presente nos exige diálogos profundos, de esos que nacen solo cuando se está entre iguales, aunque seamos diferentes.

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