RINCÓN DE PETUL
Corre y va de nuevo
Eran años tumultuosos y tormentosos esos cuando Trump tuvo mayor influencia sobre la política. Así sea que guste o no, es innegable que en la década pasada tuvo talento para tomar un asunto controversial y volcar esa discusión a su favor. Pero tras su salida, algunos de los temas que él, con sus toneladas de gasolina incendiaria, contribuyó a colocar en el epicentro de la discusión se fueron calmando. Así sea porque algunas de sus controversias eran tan absurdas que requerían de un micrófono tan particular como el suyo para sobrevivir o simplemente porque el público se agotó de escucharlas.
Irremediablemente fueron perdiendo prioridad en el foro, en la noticia y en la agenda pública. Quizás desde un país como Guatemala, permanente expulsor de ríos humanos, no se note tan fácilmente. Pero en los últimos tres años el problema migratorio regional y mundial tomó un pequeño respiro, cediendo a otras preocupaciones que en el país del norte tradicionalmente ocupan la mente del electorado. En un artículo publicado por The Hill en febrero último, su salud y el seguro social, su sistema de educación y el controvertido aborto aparecen como las primeras tres materias que definirán la elección presidencial de 2024.
De manera irrefutable vemos cómo con la llegada de Trump tomaron notoriedad países como el nuestro, de donde escapan las poblaciones en búsqueda de sobrevivencia. Desde aquel día en 2015, cuando tomó un podio en la torre que lleva su nombre en Nueva York e identificó a los migrantes irregulares como narcotraficantes, criminales y violadores, el nombre de países como Guatemala, que quizás jamás antes fueron de conocimiento de aquel público donde el egocentrismo predomina, tuvieron constante presencia en las páginas principales de periódicos como el New York Times, el Washington Post o punto de discusión en programas de cadenas como Fox News y CNN, con interminables posiciones contrapuestas.
' Con la inminencia de la elección presidencial estadounidense la controversia migratoria se vuelve a encender.
Pedro Pablo Solares
Pero si es que acaso existió esa pausa de la migración en el debate público, temo que ahora, con la inminencia de la elección presidencial estadounidense de 2024, esta controversia se vuelva a encender. Y lo digo así, pues temo que nuevamente este sea estéril, como antes ya lo fue, cuando tan grueso debate en poco o en nada sirvió para evolucionar y dar solución a un problema que más bien es creciente. Creciente en la cantidad de migrantes que caminan entre fronteras, y así también en el drama de cada una de las historias de aquellos que se ven atrapados entre países que están gobernados por políticos de momento, incapaces de brindar soluciones honestas y funcionales a los problemas de la gente.
En EE.UU., el problema migratorio es usado por ambos extremos políticos para atraer simpatizantes. La discusión real no sucede, no importa cuántos lustros pasen. Esto da lugar a discursos a medias, a mentiras a conveniencia, a datos maquillados y a posiciones llenas de populismo, propias de países con democracias más subdesarrolladas. Así, en antesala electoral es como se entiende que den luz verde a medidas estériles como los centros de procesamiento de asilo en Guatemala (en protección de la reelección demócrata) y legislaciones draconianas como el decreto 1718 de Florida (en búsqueda de seducir al electorado conservador). La historia reciente nos dice que este debate es recio. Y uno que se vuelve inhumano. Es en ese contexto que se dieron algunas de las políticas más inhumanas de la historia reciente, como la separación de familias en 2018. Políticas que catapultaron a oportunistas de momento y hundieron la vida de millares o millones de los más indefensos. El circo electoral estadounidense se aproxima. Y, nuevamente, aparentemente, la pequeña Guatemala tiene un indigno lugar que ocupar. Se requerirá la complicidad de políticos locales serviles y oportunistas. Eso, quizás, sea lo más fácil de encontrar.