META HUMANOS

¿Creer o pensar? Ese es el dilema

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Como joven guatemalteca, viviendo la situación histórica en la que se encuentra hoy nuestro país, me siento confundida, pero también comprometida. Cada semana, el panorama cambia. Nuevos problemas y riesgos salen a flote, poniendo en juego la vida de muchas personas. A mis 18 años, vivir en un país cada vez más vulnerable, lleno de ruido y opiniones opuestas, no está siendo fácil. A veces no sé qué pensar y mucho menos qué hacer.

' Hoy es tiempo de escuchar opiniones distintas, de abrirnos a conversaciones, para luego procesar los diversos argumentos.

Emiliana Méndez

En medio del caos, he llegado a la conclusión de que lo más importante que puedo hacer para participar activamente en la vida política de Guatemala (que tiene mucho que perder y al mismo tiempo mucho que ganar), es fortalecer mí espíritu crítico, es decir, mi capacidad de escuchar, cuestionar, investigar, sentir, corroborar y, a partir de allí, entonces, creer.

Para generar un impacto, los jóvenes debemos empezar por despertar nuestra propia consciencia, darnos cuenta de que la situación actual es tan frágil y compleja que puede ser manipulada fácilmente, por lo que es necesario pensar antes de creer. Pero. ¿cuál es la diferencia? Es bastante sencilla, aunque eso no significa que sea evidente, porque la línea que las separa es muy fina y se puede difuminar (o manipular) fácilmente.

El pensante toma en cuenta todo tipo de opinión y justificación, y analiza críticamente, con apertura, para formar su propio criterio. El creyente, sesga su opinión, cree estar en lo correcto y se cierra a escuchar cualquier argumento que lo puedan contradecir. La diferencia entre ambos es grande, y la decisión de creer o pensar tendrá un gran impacto en algo mucho más grande que uno mismo: nuestro país.

Como jóvenes, es más fácil formarnos un pensamiento sobre la situación actual con base en lo que nuestros padres y amigos piensan. Es más simple y menos trabajoso creer en la opinión de alguien más… Pero por más fácil que sea, no es justo. No es justo para la tierra que nos vio crecer, dejarnos influenciar y creer en lo primero que escuchamos sin investigar más. En lo personal, ni siquiera lo veo como algo justo hacia mí misma, porque me estoy privando de la oportunidad de llegar a mis propias conclusiones. Al igual que el libre albedrío es un regalo que debemos honrar y respetar, el espíritu crítico también es un regalo que debemos potenciar.

Hay mucha duda respecto de lo que cada uno podemos hacer en este momento. Muchos queremos aportar, pero no sabemos cómo. Hoy, Guatemala nos necesita. La lista de lo que podemos hacer por un futuro mejor es extensa; sin embargo, como ciudadanos, lo mínimo que podemos hacer es pensar y honrar nuestro espíritu crítico.

Hoy es tiempo de escuchar opiniones distintas, de abrirnos a conversaciones, para luego procesar los diversos argumentos con una investigación, en la que nos aseguremos de acudir a fuentes creíbles, para llegar a nuestra propia conclusión.

En esta época, en que las redes sociales son la herramienta favorita de los que buscan el poder, para utilizar la división como estrategia de manipulación, no caigamos en la trampa. En vez de que seamos “usados”, seamos nosotros quienes usemos el mundo digital a nuestro favor.

Mi mensaje hoy es: no nos dejemos manipular, ni creamos lo que oímos a ciegas. Como individuos merecemos pensar por nosotros mismos, y como país, Guatemala merece una población más crítica y pensante.

Con el libre albedrío, somos libres de elegir nuestro futuro. Con el espíritu crítico somos libres de elegir nuestro pensamiento. Nuestros pensamientos y nuestras acciones hoy definirán nuestro futuro. La elección es mía, es tuya, es nuestra. Lucha por ella, para luchar por Guatemala.

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