ESCENARIO DE VIDA
Crisis de alimentos versus huertos familiares
Me encuentro en el lago Ozarks, de Missouri, Estados Unidos, donde ya se están viendo los efectos del cambio climático y problemas climáticos que afectan sus siembras. Lo triste es que muchos no creen en el cambio climático, por lo que es difícil que los alcaldes se alineen todos juntos para tomar medidas en conjunto. Lamentable, pues aquí se encuentran muchas especies de peces que son importantes para la seguridad alimentaria de varios estados del norte. Da risa, pues es como si se tratara de una religión, aunque muchos temen un caos a corto plazo por falta de alimentos. No se percatan de la verdadera raíz del problema.
' Temor que se anida en algunos estadounidenses de que se les venga una crisis por falta de alimentos.
Vida Amor de Paz
¿Estamos nosotros en Guatemala tomando las medidas necesarias para que los sistemas indígenas de producción de alimentos sean resilientes al cambio climático? ¿Están los funcionarios públicos y alcaldes guatemaltecos trabajando al pie del cañón para lograr que contemos con seguridad alimentaria para nuestras poblaciones indígenas?
En mi gira por plasmar televisivamente las acciones referidas, tuve la oportunidad de ver a las comunidades indígenas en acción, tanto en El Estor y Lívingston, del departamento de Izabal, como en Patzún, San Bartolomé Milpas Altas y Sumpango, Sacatepéquez, que es parte de la cadena volcánica kaqchikel del altiplano central de Guatemala.
En estas comunidades indígenas se implementan y fortalecen los sistemas de seguridad y soberanía alimentaria a través del fortalecimiento de sistemas agrícolas de recuperación de las especies nativas, asocio (maíz, frijol, güicoy, chipilín, quilete, etc.), así como huertos familiares, la implementación de bancos de semillas nativas para la preservación del germoplasma de las especies que se constituyen en superalimentos y el abastecimiento de las poblaciones de áreas de intervención y del intercambio de semillas entre las comunidades adyacentes.
Fue en mi gira donde me quedé sorprendida del grado de avance para asegurar la seguridad alimentaria de dichos pueblos. Es decir, poder contar con comida disponible, modo de conseguirla, y que los alimentos sean suficientes, inocuos y nutritivos para que nuestro cuerpo pueda conseguir la energía y nutrientes necesarios para llevar una vida sana. Pero también está la soberanía alimentaria, que es el derecho de una selección de alimentos y lo hagan de acuerdo a su cultura o tradiciones.
¿Cómo lo logran? A Dios gracias contamos con la Asociación Sotz’il y el FPCI, quienes promueven el “Fortalecimiento de Sistemas Indígenas de Producción Sostenible de Alimentos”. Se trata de Medidas Resilientes al Cambio Climático en Centroamérica, apoyadas por el Programa Euroclima+, por UICN, y por la Mesa Indígena de Cambio Climático, incluyendo los ministerios de Ambiente de Guatemala y Panamá y el viceministerio de Asuntos Indígenas de Panamá.
Este fortalecimiento de los sistemas indígenas tradicionales de producción agrícola y de proteína animal se comprobaron a flor de piel durante la pandemia del covid-19, pues las comunidades contaron con alimentos. Quizás lo más importante sean los huertos familiares, y la implementación de bancos de semillas nativas para la preservación del germoplasma de las especies que se constituyen en superalimentos.
Los “sistemas indígenas de producción de alimentos resilientes al cambio climático” han sido exitosos en esta nueva era pospandemia. La gran sabiduría milenaria está plasmada y empieza a ser apreciada por la cultura occidental moderna. De tal forma que, regresando al temor que se anida en algunos estadounidenses de que se les venga una crisis por falta de alimentos, quizás estos proyectos en Guatemala lleguen a servirles de ejemplo.