REGISTRO AKÁSICO

¿Cuál es la onda, hermano?

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No se trata de la comentarista Inna Afinogenova cuya vena crítica se fija en la paja del ojo del vecino, antes de la viga, en el propio. Su tirria a los países latinoamericanos se multiplica con comentarios hirientes y supuesta progresía. Con cortos visuales de episodios violentos en Chile, ilustra sus comentarios sobre nuestro país. Apenas disimula el gozo por sus giros ingeniosos, donde expresa animadversión contra los pequeños países: El Salvador y Guatemala.

' En lugar de atender sus asuntos, desvían la atención sobre otros países que juzgan débiles.

Antonio Mosquera Aguilar

Aquí no existe atención sobre Rusia. No hay comentarios ni críticas sobre su gobierno o personajes influyentes. Se tienen relaciones diplomáticas normales y propuestas de cooperación entre varias instituciones, especialmente universitarias. Quizás es por diversión que actúa la señorita y no por los fondos públicos rusos que percibe.

Pero, esta situación queda chica, cuando se considera a la Deutsche Welle, DW, cuya traducción es Onda Alemana. Esa estación de radio y televisión no solo se financia con fondos públicos del gobierno alemán; sino forma parte de aparato gubernamental. La misión declarada por DW consiste en promover el Estado de Derecho por su apego a la cultura europea con raíz liberal y democrática, para facilitar el intercambio entre las culturas y pueblos del mundo.

El sesgo noticioso de esa estación ha quedado expuesto sobre nuestro país. Se ha dedicado a promover a un secretario general de un partido político y expresar puntos de vista parciales reforzados por sus animadores de programas televisivos. Por su ley orgánica de 1997 y las sucesivas enmiendas tan recientes como en 2004, está legalmente obligada por los principios básicos sobre la programación, a evitar apoyo unilateral a partidos. En caso contrario, los terceros tienen tiempo para sus explicaciones pertinentes sobre el caso.

No se trata de negar a los extranjeros sus juicios sobre el país. Todos los medios privados de comunicación social, nacionales y extranjeros, tienen derecho a su línea editorial sobre el desempeño nacional. Conocida es la prepotencia y engreimiento de un locutor de CNN, miembro de una familia rica y poderosa de Chiapas, donde continuamente ofende al Presidente de turno del país. Al ser una emisora privada, tiene todo el derecho de hacerlo, así como expresar críticas y emplazamientos. Otra cosa es atenderlos por la autoridad nacional. De la misma manera que su filial nacional, no solo tiene ese derecho, sino sus trabajadores guatemaltecos gozan de las garantías políticas contenidas en la Constitución. El derecho de expresión es total, en principio contra cualquier empleado o funcionario público; y frente a particulares, con atención a la ley, o sea con el límite de la injuria o la calumnia.

En el caso de emisoras de otros países europeos, con los que existen algunos puntos de vista contradictorios en materia de relaciones exteriores, se puede explicar sus comentarios humillantes; pero no, en el caso alemán. ¿Qué diferendo territorial existe, discusión sobre intereses comerciales o bloqueos internacionales? ¿Cómo se ha inmiscuido el gobierno del país, en los asuntos internos, migración o consideración de partidos políticos alemanes?

Cuando se vuelven los ojos a la cancillería, a veces no se considera la dignidad, el manejo prudente y el fomento de la amistad como necesarios, dado el profesionalismo de sus funcionarios. Se desearía una actitud belicosa, insultante, a lo Delcy Rodríguez. Pero, la verdad, no vale la pena, un país recortado por la segunda guerra mundial, busca enemigos lejanos mientras se sustituye su población por personas vitales de otra cultura.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.