SI ME PERMITE

Cuando se aboga bien se ofrecen alternativas

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“Ser abogado es fácil, lo difícil es ser justo”. Víctor Hugo

El ser humano está siempre dependiente de alguien que pueda abogar por él, y no necesariamente para que logre lo que le interesa, sino porque en nuestras interrelaciones siempre hay una contraparte que no tiene modo de ser comprendida y también comprender por ello que quien está abogando entiende ambas partes y puede mediar, al punto de traerlas a un buen entendimiento.

' Los que saben abogar no simplemente se basan en lo que saben, sino que se interesan en el prójimo.

Samuel Berberián

Por ello, desde un buen amigo hasta un profesional del Derecho pueden entender la gran tarea que se hace cuando se está abogando en momentos difíciles, y normalmente quien está abogando es porque fue solicitado o bien se le dio el espacio necesario para que pueda hacer la tarea de mediar y buscar la mejor alternativa que beneficia a ambas partes.

Indudablemente, las normas y las leyes son inflexibles y de posturas radicales, pero quien es buen abogado sabrá con su pericia interpretarlas y con ellas defender la causa más justa y más correcta, para que sobre todas las cosas la justicia sea puesta en alto y dignificada la ley, a fin de que las partes puedan tener la predisposición de buscar caminos correctivos para poder enmendar el pasado y mejorar el futuro de la vida de cada uno de ellos.

Por lo mismo, los que abogan de ninguna manera deberían estar esperando gratificar o complacer a su defendido, sino más bien ayudarle a comprender lo que la ley establece y regula, para que, de la forma más equitativa, se pueda reencausar en la vida, y si hubiera daños, repararlos, y de ese modo poder vivir pacíficamente, una vez que se ha corregido el daño por el cual el que aboga tuvo que mediar.

Sin lugar a duda, los que se dedican a la abogacía tienen una profunda convicción por la vocación que manifiestan y, además, una sensibilidad bien marcada para ayudar al prójimo a reencausar su vida y la de los suyos.

Por ello los profesionales que tienen mayor tiempo y experiencia en el ejercicio de la profesión manifiestan mucha más pericia en saber cuál es el camino más apropiado en cada caso en particular.

En los días en que vivimos, donde todos de alguna manera creen tener la razón, cosas que parecen insignificantes se tornan muy problemáticas, por lo que se tiene que recurrir a la ley.

Además, sin lugar a duda, nadie quiere estar en la parte perdedora, por esta razón nos hacen falta profesionales con altísima capacidad de saber cómo persuadir a las partes, además de conocer bien la ley en cada uno de sus detalles, para ser exitosos en su trabajo cotidiano.

Qué bueno sería que uno buscara los servicios de un abogado con la mentalidad de ser bien ayudado, pero también con la máxima disposición de aprender a corregir el modo de vida, para que, en lo posible, nunca tenga que caminar el mismo sendero que ha caminado, sino superarlo favorablemente.

Es sorprendente ver cómo las personas de experiencia muchas veces son excelentes consejeras y saben cómo orientarlo a uno para librarlo de situaciones que no solo serán comprometedoras, sino también de posibles equivocaciones difíciles de enmendar.

En esta vida, cuando uno tiene un círculo de relaciones por todas las cosas en las que está involucrado, es sabio que pueda incluir un abogado que lo sepa, primero, orientar y, luego, ayudarle cuando tenga algún problema que lleva implícita la legalidad.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.