Si me permite

Cultivemos la esencia antes de la apariencia

Cultivemos la esencia antes de la apariencia.

“Todos ven lo que aparentas; pocos advierten lo que eres”. Nicolás Maquiavelo

Sin lugar a duda, desde que se hizo el primer espejo, el ser humano tiene la oportunidad de pararse ante él para asegurarse de que lo que tiene en su mente en cuanto a su presentación se pueda lograr en su arreglo personal, pero no podemos negar que la simple apariencia no es todo lo que tenemos en nosotros, sino que nuestro modo de ser y nuestro comportamiento de alguna manera deben de armonizar.

Nuestra apariencia personal siempre debería armonizar con nuestro modo de ser.

Claro está que, en el momento del arreglo personal, tenemos presente a dónde habremos de ir o bien con quién nos habremos de encontrar, y dependiendo de eso, escogemos qué prenda o qué arreglo personal será el más adecuado. Incluso pedimos la opinión de los que están con nosotros, y si hay una sugerencia o recomendación que se nos da, muy probablemente la tomamos en cuenta, si a nuestro juicio lo que se nos indicó es apropiado.

Seguramente, con algunos detalles de nuestro modo de ser y de la manera como nos conducimos, hemos logrado algunas relaciones y hemos alcanzado algunos avances en nuestra vida. Por ejemplo, es muy probable que cuando estábamos preparándonos para ir a una entrevista de trabajo, uno de los nuestros nos recomendó algunos cambios en nuestra vestimenta y, al lograr el trabajo, tuvimos que darle la razón, porque la sugerencia que se nos había dado fue un buen detalle que ayudó a todo el proceso.

Para centrarnos en la esencia de nuestra personalidad, debemos dejar que otros nos ayuden, para que de alguna manera podamos ir eliminando los elementos de nuestro modo de ser que no nos ayudan si queremos tener aceptación de los que nos rodean y alcanzar las metas que nos hemos propuesto, porque en la vida uno no va alcanzando sus logros con solo un buen salto, sino paso a paso; con mucha paciencia vamos avanzando, y cuando percibimos que estamos avanzando, hay un sentido de satisfacción y gratificación.

Es innegable que hay muchos que no alcanzan las metas que se han propuesto porque de alguna manera creen que lo deben hacer solos y que ninguno debe entremeterse en su vida porque es algo muy personal, y en algunos casos incluso lo mantienen en secreto, para que otros no sepan a dónde están deseando llegar.

Cuando determino disciplinarme en mejorar y corregir mi esencia, con mucha facilidad puedo hacer algunos cambios en mi apariencia y seguir adelante. Un ejemplo, cuando se está empezando un nuevo trabajo, se enfrenta a la realidad de que en el lugar donde habrán de trabajar hay un requisito de usar uniforme, claro si uno está interesado en el trabajo poco importa si es del agrado de uno el uniforme, porque es una identificación y no requiere razonamiento para ello.

Es sorprendente que aquellas personas las cuales desde sus primeros años formativos de su vida tuvieron personas las cuales se ocuparon en instruirlas y enseñarles prácticas de conducta las cuales aplican para toda la vida, llegan a ser personas responsables no simplemente por tener que cumplir, sino se identifican con lo que hacen y con lo que se le pide, al extremo que llegan a formar parte de una estructura que les gratifica de por vida.

Si nuestro propósito en esta vida es lograr algo, debemos proponernos ser de tal personalidad que nuestra simple presencia no necesite demasiadas explicaciones.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.