LA BUENA NOTICIA
De Pandemias e Insatisfacciones
Impresionado por los devastadores efectos de una epidemia en Orán, Argelia, escribía Albert Camus (1913-1960) en La Peste: Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo”. Cierto: de la epidemia covid-19, ya prácticamente salida de límites controlables como “pandemia”, deberán tomarse las justas medidas para proteger la vida humana (cf. Conferencia Episcopal de Guatemala, visite: www.iglesiacatolica.org.gt), sin olvidar que existen “otras pestes” de enorme y constante impacto que se olvidan: en Estados Unidos los 40,000 muertos anuales solo por consumo de heroína, en el mundo los 20 millones de muertos por hambre, miles por desnutrición, etc. sufridas “sn mayor eco” o clarificación, por lo que también vale otro pensamiento de Camus: “Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro” (cf. Ibid.), aplicable a los “envenenamientos, degradaciones y demás formas de muerte” a las que, sin embargo, se regresa constantemente, sin buscar a fondo una “fuente de vida” verdadera.
En la Buena Noticia de mañana inicia la propuesta de tres casos ejemplares de “encuentros con Cristo vivo” (3er. Domingo, La Samaritana; 4to. Domingo, El Ciego de Nacimiento; 5to. Domingo, La Resurrección de Lázaro): testimonios de “curación” de la fatal plaga del pecado cuyo fruto siempre es la muerte (cf. Rm 6, 23). Eran el antiguo camino de los catecúmenos destinados al Bautismo en Pascua, lecciones de cómo superar los límites agónicos a los que lleva el vivir sin Dios o con un Dios reducido al gusto personal —Dios “a la carta”—; límites fatales superables por Aquel que es fuente de Agua Viva (cf. Jn 7, 30ss), Luz del mundo (cf. Jn 8, 12ss) y Resurrección y Vida (cf. Jn 11, 10ss).
' “Si alguno tiene sed, que venga y beba, el que crea en mí”. (cf. Jn 7, 30-35).
La historia de la Samaritana a través del verbo “tener sed” (griego “dípso”) dibuja a dos personajes que la tienen en modo tan diferente: 1) La mujer “coleccionista de fracasos” —cinco maridos en concreto— que siempre volvía al mismo pozo con su cántaro para más insatisfacciones. Alguien de difícil tratamiento: evasiva, bastante soberbia, pero víctima de la peste de todos los deseos de vida verdadera no satisfechos que dominan el horizonte de la existencia, como las adicciones al poder, corrupción, y hasta cultos de espectáculo incansables; 2) El extraño peregrino, atrevido siendo judío a pedir agua a una samaritana, que “también tiene sed” —exactamente como lo dice en la cruz “Tengo Sed” (cf. Jn 19,28)—, por decir “deseo de dar la vida auténtica que viene del Espíritu”: él tiene la paciencia de dialogar sin despreciar la soberbia y evasión de la Samaritana, logrando al final “llegar al punto”: “El marido que actualmente tienes no es tuyo” (Jn 4,18): es decir, le falta el acto de Fe en quien le habla para tener la satisfacción que no encuentra. Toda una invitación al catecúmeno: deja la medida del sin sentido, del volver continuamente a lo mismo, y reconoce “el don de Dios”, que es quien habla contigo. Respuesta que sí se da en aquella mujer: salvada de la peste de la reincidencia en sus errores y capaz de “dejar el cántaro olvidado”, va a llamar al resto de la ciudad para que ellos también tengan Agua Viva. Acá vale tanto el pensamiento de S. Agustín: “Es que Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él” (Opera Omnia, Vol. 4).
Que reforzando la fe con la ayuda de la patrona del Santo Rosario, sin el pánico de enfermar, pero sí con la sabiduría responsable, cualquier epidemia también espiritual, se supere volviendo a quien en tiempo de Cuaresma invita: “Si alguno tiene sed, que venga y beba, el que crea en mí” (cf. Jn 7, 30-35).