CON OTRA MIRADA

De placeres ocultos

|

En el ejercicio de la profesión, como en vivir la misma vida, la dosis de pasión que se le ponga redundará en su éxito; eso permite sortear los ineludibles altibajos para, finalmente, gozar de satisfacción y placer por el trabajo realizado.

Evidentemente, lo expuesto no es regla que todos apliquen. El desempeño personal de cada quien es sujeto de las apariencias y del maquillaje con que cada uno decide disfrazarse ante la sociedad. En cambio, el ejercicio de una profesión es, hasta cierto punto, si no más transparente, sí más expuesto al escrutinio de los demás. Los casos más obvios son los funcionarios y, sobre todo, los políticos, en el ejercicio de su función pública, en la que están expuestos y, por lo tanto, sujetos a la crítica pública.
Por la naturaleza de mi profesión como arquitecto y la incursión en los ámbitos del arte, la planificación y su conservación, las posibilidades de tener experiencias placenteras son ilimitadas. De ahí que me cause curiosidad saber cómo las alcanzan otros, en otras ocupaciones. Tomo, por ejemplo, La Antigua Guatemala, único ejemplo de ciudad conservada en Guatemala por las características ampliamente conocidas que la distinguen de otros centros históricos protegidos, que finalmente no están lo bien que deberían estar.

La protección de La Antigua Guatemala resale a Mzo1944, cuando fue declarada Monumento Nacional, y su punto culminante, en Oct1979, cuando fue reconocida como patrimonio cultural de la humanidad. Cuenta con una ley protectora, ejemplo de legislación, que sistemáticamente es desatendida por alcaldes complacientes ante la presión y exigencias de inversionistas, empresarios y algunos dueños de la tierra, a quienes no interesa la ciudad conservada y tampoco aceptan ser los grandes beneficiados de la conservación que catapultó el valor del suelo. Fenómeno que hizo que el rédito de sus fincas de café palideciera ante el nuevo precio.

' El ejercicio de una profesión es, si no más transparente, sí más expuesto al escrutinio de los demás.

José María Magaña Juárez

El elemental siguiente paso será el cambio de uso del suelo. Para alcanzar un óptimo resultado deben ser tomados en cuenta asuntos intangibles y subjetivos, pero imprescindibles, como la formación profesional de los involucrados; valores cívicos, identidad cultual, respeto por las tradiciones y cultura, y la calidad de vida que la histórica ciudad conservada ofrece, que debe ser estimulada en la búsqueda del bien común. Aspectos que los alcaldes de las últimas décadas desestimaron al negarse a autorizar un Plan de Ordenamiento Territorial que hiciera posible el crecimiento, desarrollo y conservación del bien cultural protegido.

En cambio, y convenientemente, aplicaron la discrecionalidad administrativa para satisfacer la ambición especulativa de quien lo solicitara, autorizando proyectos atentatorios e innecesarios, condominios y centros comerciales, sin velar por la calidad de la solución urbana y su arquitectura, consecuentes con el entorno y dignas del siglo XXI, sin siquiera abrir una nueva calle.

La arquitectura que oficialmente se estimula es una caricaturización de la auténtica, aquella que fue reconocida de valor excepcional para la humanidad, que ahora se adopta hasta en las edificaciones comerciales, pretendiendo integrarse al conjunto histórico según una pobre escala de valores y desconocimiento del porqué y para qué de la arquitectura. Ante esa realidad, la trama urbana del siglo XVI llegó a su límite. El desborde vehicular es insostenible, y junto a eso, el colapso de la ciudad en su calidad de patrimonio cultural de la humanidad.

En ese trabajo realizado ¿hay belleza o algo que produzca placer? ¿o el placer se limita al ejercicio del poder y al engrandecimiento del peculio de los especuladores?

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.