DE MIS NOTAS
De politiquerías y otros demonios electorales
En los tiempos de la fiebre electoral, los patos les tiran a las escopetas, el hierro flota y la balsa se hunde. Los pillos se visten de santos, los chismes, medias verdades y mentirotas se propagan como cucarachas; y los alacranes pican con chiltepe. Los desagües chismográficos mercenarios replican al son de los verdes aguileros; y cuando se acaba el combustible, le buscan los cinco pies al gato para generar trifulca y ponzoña lucrativa. Los “estiercocagaderos” le entran con ganas a la réplica de los mensajes redactados prepago, para ser difundidos con el hedor dominical de cada semana. Acto seguido, los recogen los basureros de redes para difundirlo al lounge netcentero.
' El día en que un gobierno transparente sus compras y contrataciones vía licitaciones internacionales verificadas, se acabó la corrupción.
Alfred Kaltschmitt
Dicen los que quieren tener, a como dé lugar, el sartén por el mango, que el objetivo principal de la estrategia “descartográfica” es bajarse a los candidatos delanteros. Impedir su inscripción mediante la misma maña politiquera de las pasadas elecciones. Tienen razón.
El número uno y su príncipe ya no se recatan en lanzar la gran promesa de tarima: “Que a Zury no la dejarán inscribirse, over our dead body…”. Que a doña Sandra, ídem; y que una vez eliminado ese dúo que encabeza las encuestas, lanzarán a “Don Naciones Unidas” para replicar el safari de la última elección: que el tercero llegue a la segunda y se corone como rey. ¿El pago? Dejar -como dijo el chino Chea con un toque de realismo mágico en su última columna-: “Que se le permita, bajo la sombrilla de su partido, nombrar a las segundas casillas a candidatos de diputado, que ya no caben en el oficial, además de inscribir a varias candidaturas a alcalde”.
Se redacta este artículo con un toque de sarcasmo irreverente, pero la estrategia tiene una lógica impecable. El dominio del Congreso es el máximo premio de la gobernabilidad a partir del 14 a las 14. Nadie ni nada pasará sin “saludar al rey” en ese recinto, una vez se tenga “mayoría mayoritaria” clientelar y corrupta.
Este país de volcanes de ingobernabilidad humeantes, con una presa inmensa de necesidades socioeconómicas insatisfechas, no podrá remontar su problemática estructural sistémica si el “pueblo” no le arrebata el manejo de la plata a los politiqueros. La candidata que prometa tal ruta debería ser tomada en serio porque “Drácula nunca tiraría la sangre con todo y el bebé…”. Sería un harakiri ilógico renunciar al manejo dinerario, pues a los politiqueros corruptos y sus contribuyentes hay que devolverles la tajada de ley vía multimillonarios contratos. Es condición absoluta para contribuir a las campañas.
Mantener acceso perverso al presupuesto general de la nación es lo que persigue el sistema corrupto con voraz ansiedad.
La candidata que haya prometido que “no manejará” el dinero; que todas las compras y contrataciones millonarias se harán por medio de licitaciones vía verificadoras internacionales, tendrá el apoyo del pueblo. Nadie ha prometido hacer tal cosa en la historia política de Guatemala. Transparentar y mejorar la calidad del gasto público ha sido siempre un imposible, porque todo el sistema está contaminado por ese círculo perverso de “hago política para hacer dinero”. “Te contribuyo para que me lo retribuyas con obras”.
La candidata que le diga a las empresas: “Paguen un porcentaje importante de sus impuestos con obras de buena calidad”, es una innovación fiscal jamás planteada por candidato alguno.
Dirán los incrédulos: “¡Pero ‘no’ podrá hacerlo, porque el Congreso se lo impedirá!”. Ahí es cuando “La Plaza” interviene: La mayor arma de un buen presidente es el favor del pueblo cuando quiere servirle, devolviéndole en obras lo que los corruptos siempre le han arrebatado.
Será un parteaguas…