ALEPH

Del dictador Ubico al chacal Arana y de allí al 2021

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Nada de lo que nos sucede hoy como país es fortuito o espontáneo. Detrás del secuestro del Estado al que hemos llegado, de los pobrísimos indicadores sociales y de la cooptación del sistema de justicia, hay una historia que vale la pena conocer y entender para caminar en otra dirección, no para quedarnos en la nostalgia o en la violencia del pasado. Por eso me parece que la XI Muestra de Cine Internacional Memoria, verdad y justicia, que se presenta en Centroamérica del 23 de abril al 2 de mayo, provoca reflexiones que nos interpelan de manera crítica. Esto no cambia a una sociedad, pero contribuye a moverla. El catálogo incluye películas como Nuestras madres, Saria y Género bajo ataque, así como una de 1972, del director alemán Georg Stefan Troller, que tendré la posibilidad de comentar junto a Andrés Zepeda, denominada La violencia. Esta inicia así, refiriéndose al dictador Ubico: “Eso somos nosotros: nuestros pies, nuestras únicas sandalias. Somos los soldados que protegemos al presidente que hace 40 años dijo: los indios piensan como los curas: arrodillados”. Para mí fue como un viaje en el tiempo, que conectó con una historia de exclusión y explotación, con una frustrada Reforma Agraria y con los discursos del poder durante el gobierno del militar Carlos Arana Osorio, quien acababa de “pacificar” entonces al oriente con 7,000 campesinos asesinados. De carácter periodístico, documenta la dualidad de un país que conecta a su población a través de la violencia y es parte de la sección “memoria visual”, que rescata archivos perdidos en otros lugares del mundo que no han sido dados a conocer en Guatemala.

' Todo está conectado hasta llegar a este presente de depredación y exclusión que ha de cambiar.

Carolina Escobar Sarti

En distintos momentos imaginé a esa película hablando con libros que ya se han vuelto indispensables para el análisis de nuestra historia de país, como Linaje y racismo, de Marta Casaus; Las élites industriales en Guatemala, de Paul Dosal; la última versión de Atemorizar la tierra, de Lutz, Lovell y Kramer; los archivos desclasificados de la CIA, Estados Unidos; Guatemala: nunca más, de la ODHAG; La patria del criollo, de Severo Martínez Peláez; Café y campesinos en Guatemala, de Castellanos Cambranes; Bitter Fruit, de Schlesinger y Kinzer, entre otros. Es bueno escarbar la memoria y contrarrestar el olvido. No está demás recordar que hemos transitado por un continuum de violencias que nos han dejado marcados. Tampoco está de más preguntarnos ¿hasta cuándo? Aquí el esfuerzo por presentar buen cine se combina con un deseo profundo de interlocución y conocimiento, hasta llegar a ser uno de los festivales emergentes más significativos sobre derechos humanos en América Latina. Más de cien mil personas han asistido a lo largo de estos años y más de 200 películas de alta calidad de todo el mundo se han presentado en él. Hoy, esta muestra forma parte de la red mundial de festivales de derechos humanos Human Rights Film Metwork.

Es indudable que la arquitectura jurídico agraria sobre la cual se levantó este orden campo-ciudad, latifundio-minifundio, ha definido incluso las migraciones internas en Guatemala, no digamos las migraciones al Norte. También el surgimiento de las elites industriales y sus propuestas de desarrollo, ha contribuido a este estado de cosas. Todo está conectado hasta llegar a este presente de depredación y exclusión que ha de cambiar. Viendo la película que comentaré, pensaba en cómo a lo largo de nuestra historia se pasó, por ejemplo, tanto en la literatura como en la academia y la vida real, de considerar a los “indios” como bárbaros y luego los buenos salvajes, hasta reconocer a las poblaciones indígenas que hoy reclaman la garantía de sus derechos. Esto habla de camino. Es bueno reconstruir procesos históricos a partir de los hechos. Desde la conquista y antes, hasta un 2015 que no solo dejó resultados inmediatos en términos de justicia y movilización, sino que dejó ejercitado el músculo social que hoy nos permite ponerle nombre, apellido y rostro al pacto que mantiene en el atraso a Guatemala, “este país hermoso e infeliz”, como dijo Troller.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.