PLUMA INVITADA

Despertó la civilidad

Hace casi dos meses comenzamos a vivir la incertidumbre de una pandemia. Desde marzo nos quedamos en casa y nos fuimos alejando físicamente de la mayoría de las personas que veíamos cotidianamente. No obstante, ese distanciamiento social nos unió de una manera diferente y despertó la civilidad. La movilización realizada por la sociedad civil en las últimas semanas nos enseña que se pueden formar vínculos de confianza y cooperar para el bien de los guatemaltecos. Esta pandemia ha demostrado que no es únicamente obligación del gobierno de turno encontrar soluciones a las problemáticas actuales, sino que también depende de la ciudadanía actuar.

' Sería muy ingenuo pensar que el Estado de Guatemala resolverá todos los problemas sin que la ciudadanía mueva un dedo.

Christa Walters

Para la tradición republicana siempre ha sido importante el rol del ciudadano y la defensa de la virtud a través de la confianza. El término, poco conocido, que engloba esto es la civilidad. Esta tiende a ser confundida con simplemente tener buenos modales o tratar bien a otros. Sin embargo, va más allá de eso y supone tratar a los demás con igualdad e identificarse con grupos de personas más amplios a los que estamos acostumbrados, pues ellos también tienen la misma dignidad y derechos que nosotros. Esta virtud no puede imponerse por decreto, ya que supone comportarse honorablemente. Sin saberlo, la sociedad guatemalteca ha estado practicando y multiplicando la civilidad desde que comenzó la emergencia derivada del covid-19.

Hay innumerables ejemplos de cómo la ciudadanía y la sociedad civil han dado el primer paso para buscar soluciones o ser solidarios con otros guatemaltecos fuera de su círculo inmediato. Hemos visto iniciativas que apoyan la recaudación de víveres para las familias más golpeadas por las consecuencias de la pandemia. También iniciativas para promocionar el emprendimiento de quienes se han quedado desempleados. Por otro lado, hemos sido testigos de cómo actores privados han colaborado con tareas que se supone son esencialmente de la esfera pública. Ejemplo de ello es la recaudación para pruebas del COVID-19, donaciones de equipo médico, incluso propuestas de acciones concretas que debe realizar el gobierno en esta situación.

Que la sociedad civil difunda ampliamente la civilidad, dormida por mucho tiempo en Guatemala, significa que los ciudadanos responsables y con posibilidad de hacerlo cooperen cívicamente para el desarrollo del país. Esto es esencial, pues el Estado y los gobiernos no son perfectos. La actual pandemia nos lo recuerda, ya que incluso países considerados más desarrollados están pasando por momentos tensos. Con esto en mente, y dado el contexto de Guatemala, nuestro país solo puede salir de la crisis si trabajadores, profesionales, estudiantes, empresarios y ciudadanía en general actuamos y proponemos más allá de la queja.

La civilidad no es sinónimo de solidaridad, pero sí requiere emplear virtudes cívicas para la tranquilidad y funcionamiento de nuestra comunidad o de nuestro país. Por lo tanto, sería muy ingenuo pensar que el Estado de Guatemala resolverá todos los problemas sociales y económicos durante y después de la emergencia sin que la ciudadanía mueva un dedo. Las acciones de diversos individuos y grupos sociales nos demuestran que la sociedad civil sí es un canal para lograr y resolver diversos asuntos. Esto no sugiere que la sociedad civil deba reemplazar al Estado, sino que esta puede llevar un diálogo creativo y crítico con el mismo para buscar soluciones y el desarrollo del país.

ESCRITO POR:

Christa Walters

Politóloga egresada de la Universidad Francisco Marroquín. Actualmente coordinadora de proyección institucional del Movimiento Cívico Nacional, una asociación civil que promueve la consolidación de una verdadera república en Guatemala.