NOTA BENE

Diversidad, inclusión y equidad

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Este domingo votamos por candidatos al Legislativo. Debemos procurar que los futuros diputados rechacen iniciativas de ley para imponer la “diversidad, inclusión y equidad” (DIE) y enarbolen posturas verdaderamente respetuosas de la dignidad de la persona.

La oposición a la DIE no nace de mentalidades anticuadas, paternalistas o racistas, ni de un afán por restringir la libertad ajena. Se rechaza la ideología radical que inspira la DIE.

La DIE no es heredera del movimiento por los derechos civiles de los años sesenta. Aquel movimiento predicaba la ceguera frente a las diferencias, para abrir las puertas de universidades y empresas a personas de color o a mujeres trabajadoras. En cambio, la DIE usa la etiqueta identitaria como único foco de atención. Las etiquetas que una persona se atribuye determinan su identidad, que es inapelable.
Se formulan listas de colectivos de víctimas discriminadas por el “racismo y patriarcado sistémicos”. La “interseccionalidad” ordena los grados de discriminación cruzada: una mujer indígena lesbiana es más “víctima” que un hombre asiático heterosexual, por ejemplo. Las compensaciones exigidas por cada grupo dependen de su relativa supuesta exclusión. Se yerguen jueces, autonombrados, para dictar cuánto debe recibir cada quien.

' Esta moda entroniza la lucha de clases.

Carroll Ríos de Rodríguez

La DIE no es meritocrática. Es una ideología política colectivista basada en la lucha de clases. Convierte el ambiente laboral o educativo en un campo de batalla donde los oprimidos, aduciendo agravios históricos no padecidos en carne propia, como la esclavitud de sus ancestros, exigen retribución de los opresores, muchos de los cuales son inocentes de las acusasiones de maltrato y discriminación que se les imputan. Es un veneno radical que siembra odio y resentimiento, en lugar de paz.

Basta con ver el escándalo que provocó la decisión de la empresa Anheuser Busch de contratar a Dylan Mulvaney, una estrella de Tik Tok transgénero, para promover su marca de cerveza Bud Light. Anheuser Busch quería asumir una imagen inclusiva y diversa. Sin embargo, los compradores ofendidos por esta publicidad castigaron a la empresa, y sus ventas en mayo cayeron en 23% comparadas con el mayo anterior. Cuando la empresa se retractó parcialmente, incurrió en la ira de la comunidad LGBTIQ. Es imposible salir bien parado en estas disputas que por definición son irreconciliables.

En Estados Unidos se han aprobado varias regulaciones para que empresas y otras entidades contraten empleados siguiendo criterios de la DIE, y para que creen ambientes laborales libres de hostilidad hacia grupos supuestamente victimizados. Incluso mandan modificaciones lingüísticas para adoptar expresiones “inclusivas”. En Guatemala ya existen señalamientos por la falta de diversidad e inclusión en las empresas, y se creó una unidad dedicada a la equidad de género en el Curriculum Nacional Base (CNB), entre otras cosas. Principiamos a importar concepciones contrarias a nuestras tradiciones culturales, tal vez porque no analizamos sus raíces, o porque queremos ser amables y respetuosos.

Es amable, y más constructivo, abordar a la persona desde la perspectiva de la dignidad humana. Todos los seres humanos somos únicos e irrepetibles. El valor moral de cada uno de nosotros es intrínseco e irreductible; fuimos creados para cumplir con un propósito singular en este mundo. En los ojos de Dios, ninguna persona es insignificante. Nadie es un error. De allí surge la igualdad ante la ley, y se fijan estándares morales y legales de carácter universal y abstracto. Si alguien es irrespetado, puede hacer valer su derecho, y puede además beneficiarse del apoyo de conciudadanos solidarios.

ESCRITO POR:

Carroll Ríos de Rodríguez

Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).