RINCÓN DE PETUL

Don Alberto; las togas; y el vicecanciller Castillo

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Ni había llegado el 2010 cuando fui invitado a un consulado móvil que se celebraba en tierras frías del lejano norte. Esto cuando mi nombre no causaba el rechazo de hoy en la sensible y susceptible Dirección de Asuntos Consulares de esa nuestra cancillería, que es de tan pocos amigos. Yo llegaba en pleno pico de lo que parece que fue una abreviada —pero vigorosa— carrera notarial. Pasa algo especial a los profesionales cuando viven sus años de la década tercera. Como que es el momento para que se combinen elementos potentes: la energía de la juventud, con los atributos que dan ya las primeras experiencias acumuladas; esas que uno cree más suficientes de lo que realmente son, para ser docto en una materia. Por lo menos ese siento que era mi caso. Joven y orgulloso profesional, catedrático y no sé cuántas cosas más que perseguía. Así, posicionado, llegaba a ese consulado móvil, en tierras frías, del lejano norte, en un mes de diciembre, según aún logro recordar.

' Lecciones múltiples por el simple convivir.

Pedro Pablo Solares

Estando ahí, mientras impartía consejos desde las alturas de mi investidura, de la nada, llegó alguien que, ya viéndolo en retrospectiva, casi místicamente terminó haciendo girar mi vida futura. “¿Es usted notario?” me preguntó. “Quiero que me inscriba en Guatemala el nacimiento de mi hijo, que nació aquí en EE. UU.”. Pero yo, que no conocía ley alguna que me facultara para ello, y que había recibido rápida inducción sobre los trámites consulares, recién aprendía que esa era una gestión de gobierno disponible ese día. “Vaya y haga aquella fila. Eso es con el consulado”, le dije. Don Alberto, se notaba bien recorrido. O más bien, y en toda honestidad, su apariencia gritaba que había sido mal recorrido. De rústica tez y ásperas manos, el sol le había pegado sin clemencia ni piedad. Pocas piezas quedaban en su dentadura. Lo vi hombre de campo. No importa. Cualquiera que hubiera sido su profesión, no habré estado preparado para que alguien como él me enseñara algo sobre la mía.

“Si usted es Notario, entonces sí puede hacerlo” me insistió. “Y necesito que lo haga, pues el Consulado dice que no califico”. Me pidió que revisara la ley y me escribió su número en un pedazo de papel. Aún así, la peculiar seguridad con la que me afirmó era repelida por la altivez con la que ejercía mi toga. Yo actuaba sobre una certeza debidamente instruida. Pero esta era frágil, pues un escondido artículo de la ley efectivamente me permitía conducir ese proceso. Años después, la inscripción en Guatemala de esos actos civiles ocurridos en el extranjero terminó siendo pilar de mi ejercicio. Pilar que me permitió viajar a decenas de estados y acercarme a muchas personas. También columna en mi entendimiento de la inefectividad consular para las necesidades ciudadanas. Y —tristemente— para ver la acidez de los funcionarios en esas oficinas que pretenden una altanera rectoría en asuntos de trascendencia humana, aún cuando cargan la inefectividad de su quehacer público.

Para mí fue una experiencia aleccionadora y de crecimiento en humildad. Lecciones múltiples por el simple convivir. La recuerdo con ocasión de un reciente comentario en una citación por la bancada Semilla del viceministro del exterior Geovanni Castillo. Un recorrido diplomático, fue tirado a dirigir lo consular y migratorio, a pesar de que esto es ajeno a su larga experiencia. Habló de penalizar a las víctimas de un país que expulsa a sus jóvenes. Quizás actuaba desde la altivez con la que ejerce su propia toga. O quizás un faux pas, una impertinencia, sin intención. Cosas que uno dice o cree, por tener muy puesta la corbata y no tanto la bota de trabajo que exige esta humana tarea. Hoy, años después, aún me pregunto cómo don Alberto me dio esa clase de Derecho Notarial. Pero se la comparto al viceministro para que se anime a salir un poco más. A mezclarse. A tomar calle, como dicen los muchachos. Mucho aprenderá. Mucho ganará. Y con ello, mucho ganará también el país.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.