META HUMANOS

El arte de planificar el futuro

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En palabras sencillas, planificar significa atraer el futuro deseado. Es un proceso sistemático en el que, identificado un sueño, una necesidad, o ambos, nos detenemos a trazar estratégicamente la ruta que nos permitirá alcanzar ese sueño o resolver esa necesidad, en un tiempo determinado.

' Conscientes o no, la planificación cruza todas las áreas de nuestra vida.

Julio Gómez

La planificación nos ayuda a priorizar y a ordenar la manera en que utilizamos nuestro tiempo, talentos y recursos para transformar la realidad presente, hacia el futuro deseado. Supone, por tanto, disciplina, enfoque y, por qué no decirlo, fe.

Conscientes o no, la planificación cruza todas las áreas de nuestra vida: desde la ruta que tomaremos para llegar de un destino a otro, la secuencia para preparar un sándwich, la manera de ordenar el presupuesto para cubrir los gastos del mes, el orden en que visitaremos lugares turísticos en un viaje, la estrategia que trazamos para nuestro desarrollo de carrera o hasta el diseño del plan de gobierno para un país.

Detenernos a planificar nos ayuda a soñar el mañana a través de la conciencia del hoy. Requiere del conocimiento profundo de nuestras capacidades actuales, nos llama a activar la creatividad, con la seguridad de que vivimos en un entorno cambiante, ciertamente impredecible, lleno de oportunidades y amenazas.

Planificar es una acción que realizamos tanto de modo individual, como colectivo, en comunidad. Porque al ser seres sociales, lo que cada uno hacemos, invariablemente afecta a otros. Esto implica que la planificación no puede verse como un acto individual con decisiones unilaterales, sino más bien como un ejercicio comunitario y participativo, donde todos estamos llamados a ser líderes del cambio.

En el ámbito social, los países más desarrollados a nivel mundial se caracterizan porque prevén el futuro. Se han detenido a identificar sus fortalezas, sus ventajas competitivas, sus necesidades de primero, segundo y tercer nivel, y se atrevieron a soñar juntos el futuro deseado. A partir de allí —entre todos—, organizaron sus talentos y recursos para co-crear día con día, los cambios necesarios, hasta alcanzar el sueño compartido.

Por el contrario, los países menos desarrollados, con frecuencia han ido sin rumbo estratégico y sin unidad. Tienden a resolver sus retos de manera reactiva y con poca previsión de los impactos que el presente, genera en el futuro. Prevalece la visión del “para mí hoy”, en vez de la de “para mí y para todos hoy y mañana”.

Hoy que Guatemala está a la puerta de iniciar un nuevo gobierno, tenemos la oportunidad de trazar una visión de futuro, que incluya a todas las generaciones, las que convivimos en el presente y las que vendrán en el futuro. Tenemos la posibilidad de pasar de un modelo reactivo, a planificar juntos el futuro, desde un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible.

Al igual que en los países desarrollados, para alcanzar el futuro deseado, no solo necesitamos de gobernantes con un liderazgo comprometido y renovado, requerimos de una ciudadanía igualmente comprometida, renovada y dispuesta a participar activamente, desde el presente, en el diseño y co-creación de ese futuro en donde todos aportamos individual y colectivamente.

Como ciudadanos de un país con tanto potencial y tanta gente joven, es momento de dejar atrás la actitud del “seguidor”, para promover la actitud del “impulsor”, es decir, reconocernos como personas que planifican, lideran y hacen posible un futuro esperanzador para sí mismos, para su comunidad y para Guatemala en su conjunto.

Nuestro mayor reto en los próximos cuatro años es trabajar en equipo, enfocados en las prioridades que nos unen, para trazar en el presente ese futuro tan anhelado.

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