META HUMANOS

El autocuidado: la cura para diciembre

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Diciembre es un mes único. Así como puede ser el mes más bonito del año, también puede ser uno de los más cargados de expectativas y emociones, pues se promocionan con más fuerza que nunca el consumismo y la presión social.

Una particularidad de este mes es la celebración de una de las fiestas religiosas cristianas más importantes: la Navidad. Una festividad que, si bien recalca la importancia de la unidad familiar, también tiene su propia carga emocional, dependiendo de las circunstancias de cada quien. Es usual que también se generen celebraciones intermedias con amigos, compañeros de trabajo y miembros de la familia, promoviendo el intercambio de regalos, que generan una expectativa e imponen un estándar de qué tipo de regalos intercambiar, lo que incrementa no solo la carga emotiva del mes, sino también el gasto.

Dejando la Navidad atrás, se asoma el año nuevo y hay cierta presión de organizar algo en familia y con amigos, ya sea viajar, irse a la playa o bien quedarse en casa para organizar una cena para despedir el año que se va y recibir con los brazos abiertos el que entra.

Como podemos ver, diciembre es un mes de mucho movimiento. Cuando a este coctel le sumamos el componente del consumismo, es facilísimo que en vez de ser un tiempo de introspección, de contención, de análisis y de descanso para renovar fuerzas, se convierta en un mes en que vivimos para afuera, para cumplir con todas las expectativas sociales, comerciales y financieras de los otros, para estar pendientes del regalo que necesitan todos, menos del que realmente necesitamos nosotros mismos.

' El autocuidado nos da las herramientas para definir qué es lo importante para nosotros.

Alex Arenales B.

Sin darnos cuenta, diciembre puede pasar de ser el mes más bonito del año a ser el más cansado, angustiante y desastroso. Sobre todo cuando, sintiéndonos inadecuados, vemos a lo lejos cómo se asoma la paz mental en forma de un desinterés genuino de no participar en ciertas actividades, pero la culpa no nos deja. En vez de pausar para escucharnos, seguimos en automático. Llegado el momento de decidir qué hacer, tan solo el hecho de pensar en no participar en alguna dinámica nos causa ansiedad, y entonces ahora tenemos conflicto emocional por partida doble y no tenemos herramientas para lidiar con lo que sentimos.

Ante este escenario, el autocuidado toma relevancia, ya que nos brinda la capacidad y la posibilidad de reconocer lo que necesitamos a todo nivel: físico, emocional, espiritual, social y financiero, para ponernos a nosotros mismos como prioridad, para honrar lo que sentimos y necesitamos. Es una herramienta para reconocernos libres y dignos de participar en los espacios, eventos y situaciones que deseemos y que más nos beneficien, y poder decir no —sin tener culpa— por negarnos a participar en eventos que, en vez de aportar valor a nuestra vida, nos cargan o lastiman.

El autocuidado nos invita a hacer una pausa y poner en perspectiva todas estas dinámicas que se nos presentan en este mes y que en un acto de libertad podamos darnos el regalo más valioso de la temporada: elegir libremente cómo queremos hacer nuestro cierre de año para nosotros mismos y no para el mundo externo. El autocuidado nos da las herramientas para definir qué es lo importante para nosotros, nos da el valor de no juzgarnos por no tener para cumplir la expectativa, o no participar en lo que no es importante o valioso para nosotros. Como resultado del autocuidado podremos tener una temporada que sí se alinee con lo que nuestra mejor versión representa y podremos recibir el año que llega con verdadera paz interior e intercambiar regalos valiosos y duraderos como la autenticidad, la aceptación y el respeto.

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