MIRAMUNDO

El barrilete y el médico

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El primero y dos de noviembre, según la leyenda, bajan las ánimas de los difuntos a la tierra para disfrutar con quienes los recuerdan. Por eso también se levantan barriletes, incluso gigantes, en Sumpango, para llevar un mensaje de amor y recuerdos. Antes, comentan los expertos, se ponían pequeños mensajes al comienzo de la gran correa del cometa para que poco a poco fueran subiendo al elevarse el papalote y así llegara la palabra de esperanza y de cariño más rápido a quien es extrañado; por ello, luego del vuelo se acostumbraba quemar al mensajero y así purificar la penitencia porque siempre con los buenos se colaba más de algún indeseable.

La leyenda de Todos los Santos y del Día de los Difuntos es bellísima y además vivida con mucha pasión en América Latina, pero en Guatemala tiene especiales ribetes porque, además, el primero se come el fiambre, un plato laborioso y complicado, cuyo primer ingrediente es el amor porque son tantos sus componentes y tan compleja su mezcla que la paciencia es alimentada solo para ver alegrías familiares reunidas, porque cada uno de los menjurjes es artesanal.

Quienes hemos perdido a gente amada sabemos y conocemos cómo son recordados todos los días, pero tener un día en específico y además compartir anécdotas, esfuerzos y sonrisas para celebrar con los vivos, sin duda alguna, gratifica el espíritu y el corazón. Existen primeros de noviembres más duros que otros, y siempre el primer primero sintiendo la ausencia de la persona adelantada es mucho más complejo; luego el tiempo enseñará a “cargar la procesión” de forma más íntima y silenciada.

Habitamos un país donde, como penitencia general, la violencia crece y hemos perdido hasta nuestra capacidad de asombro. Si bien la muerte siempre es dura, la producida por la violencia genera dolores y rabias indescriptibles, porque la impotencia, primero, ante el hecho y, luego, ante la ineficiencia, desidia y desinterés para dar con los culpables es peor, y así aquello llamado justicia no viene siendo nada más que un concepto vacío y sin cimientos.

' ¿Cómo en un gobierno presidido por un médico se pretenden más barriletes y más dolor?

Alejandro Balsells Conde

Los médicos luchan todos los días para tener menos barriletes en noviembre. El personal de Salud, con escasos y precarios recursos, batalla por conseguir insumos para aliviar y sanar, y si bien, buena parte en el sector público y privado se ha desensibilizado, también es cierto cómo una mayoría hace de su vocación una bendición, pero resulta increíblemente doloroso conocer que para el próximo presupuesto de gastos del Estado de los rubros más castigados es Salud, a pesar de tener el precio de medicinas más alto de la región, y todo por pura maldad.

¿Cómo en un gobierno presidido por un médico se pretenden más barriletes y más dolor? De veras, no solo son miopes estas actitudes cuyos efectos se traducen en más muerte y dolor, sino, sobre todo, resulta deshumanizado y especialmente incomprensible cómo en la “Capital Iberoamericana Provida” se vea el dolor ajeno y el desprecio a la vida como algo tan natural y como consecuencia simple de un pedazo del pastel de poder.

Hay guerras en Ucrania, en Palestina, en Israel y en tantos lugares. Nosotros mismos terminamos un conflicto armado donde miles fueron las víctimas. ¿Cómo es posible que un tema como la salud se vea de forma tan superficial y tan poco humana? ¿Será que nos hemos acostumbrado al rito de la misa o del servicio, pero no entendemos que nuestra verdadera misión es defender la vida, y para eso la salud es la base?

Gocemos de los barriletes, pero ojalá logremos menos, al brindar mejores protecciones a los vivos.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.