ESCENARIO DE VIDA
El coronavirus está dando un respiro al planeta
¡Cuán quieto se siente el ambiente ahora que el tráfico ha disminuido considerablemente! La tradicional bulla de las bocinas de los autos ha cesado y ahora se respira paz. Vemos a los pajarillos que vuelan inquietos en un aterciopelado cielo azul, preguntándose extrañados qué ha pasado en nuestras ciudades.
' Creo que el universo tiene su manera de hablarnos. Tiene su forma de devolver el equilibrio a las cosas.
Vida Amor de Paz
Si vemos en derredor, ya no está el humo negro de las camionetas. La contaminación del aire de las fábricas también ha desaparecido. No se diga la basura, que también ha disminuido considerablemente.
En muchos países, animales exóticos han regresado curiosos a rondar las calles que encuentran desérticas. Tal es el caso de Tailandia, donde hordas de monos hambrientos están creando avalanchas, pues ya no hay turistas que les den de comer. En Guatemala, los perros y gatos callejeros están desesperados buscando que alguien les brinde alimentos. En España vemos pumas y lobos paseándose tranquilamente. A Venecia han llegado abundantes peces, atraídos por sus aguas cristalinas, que antes se veían verduzcas, todo ante el asombro de los pobladores. En Cerdeña vemos nuevamente delfines nadando y brincando juguetonamente. Los hordas de jabalíes también caminan en Barcelona, husmeando los alrededores de la ciudad. Y por si fuera poco, podemos comprobar en fotos satelitales de Nasa que el CO2 se ha reducido a cero en China. Dicen los científicos que si nuestra especie humana desapareciera del planeta, en seis meses se recuperaría toda la naturaleza.
¿Qué nos dice esto? Que si seguimos destruyendo nuestros recursos naturales, el planeta seguirá allí, pero sin nosotros. Con la descontaminación de la atmósfera que hemos venido observando, se comprueba que somos los seres humanos los que estamos destruyéndonos a nosotros mismos. Es nuestra soberbia. Es pensar que lo merecemos todo. Vemos finalmente que somos nosotros los responsables del calentamiento global, de la contaminación del aire que respiramos y del agua que bebemos. Pero culpar a alguien en específico por el coronavirus es tema de otro costal.
Sin embargo, la lección que nos deja esta pandemia es que debemos cuidar nuestra especie humana para que sigamos existiendo y ser más respetuosos con nuestro entorno natural. Somos tan insolentes al creer que tenemos derecho a depredar, deforestar, quemar bosques, o destruir a nuestro antojo, haciendo desaparecer cientos de especies de flora y fauna cada día. En tan solo nuestro bosque tropical podemos encontrar curas para tantísimos males. Allí hay bancos de genes, plantas medicinales y mucho más. ¿Por qué quemarlos?
El coronavirus ha puesto al planeta en suspenso y el universo tiene su manera de hablarnos. Tiene su forma de devolver el equilibrio a las cosas, y quizás un propósito: que hagamos cambios para bien.
¿Cuáles son los cambios? Los servicios gratuitos de salud para todos, del cuidado del medioambiente, y de muchos otros temas económicos que tienen su base en el mercantilismo, alejados del humanismo y de toda racionalidad. Después del coronavirus, el cambio climático puede llegar a ser el próximo detonante de una calamidad mundial pero no queremos verlo. Es otra especie de virus silenciosa, más lenta pero quizás mucho más letal, y no estamos preparados para ello. Es el producto de un lento exterminio que nos estamos imponiendo.
Lo que veo surgiendo es la solidaridad, un despertar de quienes queremos seguir viendo la aurora. Estamos en presencia de un nuevo amanecer. Si enfocamos nuestros pensamientos en que todo saldrá bien, ese será el resultado. Suficiente con la infección viral. Infectémonos de solidaridad y de buenos pensamientos, y así juntos saldremos adelante.