A CONTRALUZ
El crimen acecha a la democracia
El vil asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en Ecuador deja ver en forma descarnada cómo el crimen organizado está dispuesto a todo para proteger su reino de impunidad. Las mafias no solo buscaban eliminar a un candidato anticorrupción, sino imponer el terror por la forma en que se efectuó el hecho de sangre a plena luz del día, en medio de decenas de personas y en desafío a las fuerzas de seguridad. Villavicencio había ejercido el periodismo desde el cual escribió múltiples investigaciones contra el crimen organizado y los políticos corruptos, lo cual reiteró como candidato presidencial del Movimiento Construye. En su campaña afirmaba que Ecuador se había convertido en un “narcoestado”, por lo que debía reestructurar el Ejército y la Policía para enfrentarse a los carteles mexicanos Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, así como a la mafia albanesa, que se han apoderado del territorio de su país.
' El crimen organizado ha copado los espacios políticos y se mueve por toda la región como pez en el agua.
Haroldo Shetemul
El magnicidio evidencia que las mafias habían logrado incrustarse en las estructuras del Estado ecuatoriano y tenían mucho qué perder si Villavicencio ganaba las elecciones. A dos semanas de que se realicen los comicios, la firma Cedatos publicó una encuesta en la cual este candidato derechista marchaba en segundo lugar con 13.5 por ciento de preferencias electorales, detrás de la izquierdista Luisa González, con 26 por ciento. El asesinato ocurre en un momento de fuerte tensión en el país por la disputa de las rutas y territorios del narcotráfico que ahora estarían en manos de los carteles mexicanos. En las últimas semanas, Ecuador ha afrontado sangrientos motines en cuatro cárceles y ataques con explosivos, que serían una forma de expresión de la rivalidad entre las bandas de narcotraficantes. A ello se han agregado los recientes asesinatos del alcalde del puerto de Manta, Agustín Intriago, y del candidato a la Asamblea Nacional (parlamento), Rider Sánchez.
América Latina ha conocido en el pasado ataques similares contra candidatos en campaña. Ese es el caso de Luis Carlos Galán, en Colombia, el 18 de agosto de 1989. El candidato liberal se encontraba dando un discurso sobre una tarima en la plaza principal de Soacha, cuando fue atacado a balazos por sicarios. El crimen había sido ordenado por el narcotraficante Pablo Escobar porque creía que si Galán llegaba a la presidencia podía poner en vigor medidas que afectarían el imperio del cartel de Medellín. Cinco años después, el 23 de marzo de 1994, el mexicano Luis Donaldo Colosio fue asesinado por un sicario cuando se dirigía a su vehículo, luego de participar en un mitin en Tijuana. ¿Quiénes y por qué mataron al candidato del gobernante Partido Revolucionario Institucional? Entre las versiones se señala que existía un sector de viejo cuño dentro del partido oficial que rechazaba los aires de cambio que propugnaba Colosio, por lo que habrían decidido eliminarlo.
Nosotros tampoco podemos olvidar que las fuerzas oscurantistas asesinaron a sangre fría a Alberto Fuentes Mohr, en enero de 1979, y tres meses después a Manuel Colom Argueta para preservar el Estado criminalidad en Guatemala. Por eso hoy la muerte violenta de Villavicencio es un recordatorio de que los países latinoamericanos enfrentamos un enemigo común al que le es incómoda la democracia. El narcotráfico y el crimen organizado en general han copado los espacios políticos y se mueven por toda la región como pez en el agua. Por eso es imperativo el fortalecimiento de los procesos democráticos, la reconstitución del tejido social y la reestructuración de las fuerzas de seguridad en los lugares donde prácticamente están ausentes. Ahora fue en Ecuador, pero igual puede suceder en Guatemala u otro país porque las mafias y sus secuaces están al acecho a la vuelta de la esquina.