PLUMA INVITADA

El ejército chino se globaliza

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En la base naval camboyana de Ream, China está a punto de completar lo que los funcionarios de Estados Unidos sospechan que será su primer puesto militar de ultramar en la región del Indo-Pacífico. Esto representa una importante evolución en la estrategia de defensa regional de Pekín. Además de facilitar el intervencionismo militar chino en el mar de China Meridional, la nueva base podría proporcionar al Ejército Popular de Liberación, el Ejército chino, un punto de apoyo para vigilar e influir en rutas marítimas vitales como el estrecho de Malaca, a través del cual se calcula que fluye el 40 por ciento del comercio mundial.

' Los proyectos que antes eran comerciales ahora se están reequipando con activos militares.

Craig Singleton

Pero la base también pone de manifiesto que China ha adoptado una estrategia innovadora para desafiar el poderío militar estadounidense, que podría tener graves consecuencias para Washington y sus aliados.

La misión de expansión militar china se centra en establecer lo que denomina “puntos fuertes estratégicos” a lo largo de las principales rutas comerciales, energéticas y de recursos de China, en particular las que van desde China a través del estrecho de Malaca hasta el océano Índico y el golfo de Adén. China ha declarado sin tapujos que estos puntos están diseñados para “proporcionar apoyo a las operaciones militares en ultramar” y “ejercer influencia política y militar” en el extranjero.

La información y las imágenes de fuente abierta sugieren que China está sentando las bases de esta red con proyectos terminados o potenciales que se extienden desde Yibuti en África Oriental y Guinea Ecuatorial en la costa atlántica de África hasta las islas Salomón en el océano Pacífico sur.

A lo largo de la historia, la estrategia de defensa de China se ha centrado en defender el territorio chino más cercano. Pero a medida que su fuerza militar y sus intereses en el extranjero crecen, Pekín ha optado por el despliegue de activos militares más distantes. China sigue estando en gran desventaja táctica frente a Estados Unidos, que mantiene una extensa y costosa red de cientos de bases militares en más de 80 países. Sin embargo, ahora China tiene la Armada más grande del mundo. Eso, en combinación con su nueva estrategia —más eficiente y austera que la estrategia estadounidense de estar en todas partes al mismo tiempo— podría restarle ventaja a Estados Unidos y darle a Pekín la capacidad de atacar objetivos militares u otros objetivos de alto valor durante un conflicto o neutralizar la capacidad de Estados Unidos de redirigir sus fuerzas a la periferia inmediata de China si surgiera un conflicto allí.

Para construir esta arquitectura, China aprovecha las bases ya establecidas mediante su extensa Iniciativa de la Franja y la Ruta, que inició hace una década y que se centra en la revitalización de infraestructuras en puertos de todo el mundo con el objetivo de expandir el poder económico y político de la nación china. Los proyectos que antes eran comerciales ahora se están reequipando con activos militares.

Basta con que los responsables políticos de Estados Unidos vean a Yibuti, el primer “punto fuerte estratégico” de China en ultramar. En 2015, China comenzó a trabajar en un puerto civil multipropósito en el país, ubicado donde el mar Rojo se encuentra con el océano Índico. Ese puerto, cercano a la base militar estadounidense Camp Lemonnier, evolucionó para convertirse en una base altamente fortificada. Según la plataforma de inteligencia Stratfor, incluye más de 23.225 metros cuadrados de búnkeres subterráneos, una técnica común que el Ejército chino suele utilizar para ocultar la artillería y otras armas de los satélites espías.

Se están produciendo cambios similares en el puerto Califa, en los Emiratos Árabes Unidos, donde un conglomerado naviero chino construyó y ahora opera una terminal comercial de contenedores. Funcionarios del gobierno de Biden creen que China está construyendo allí una instalación militar encubierta , a unos 80 kilómetros de una base aérea de los Emiratos Árabes Unidos que alberga una importante unidad de la Fuerza Aérea estadounidense. Hace poco, Pekín entregó a Pakistán dos fragatas navales para proteger un proyecto multimillonario de infraestructura que incluye el puerto de Gwadar, con inversiones chinas, donde se cree que China está considerando establecer la presencia de su Armada.

Los puntos fuertes estratégicos de China podrían dar lugar a nuevas bases que podrían ser puestos de avanzada para sus fuerzas armadas o plataformas para espiar a ejércitos extranjeros. En otros casos, podría llegar a acuerdos de acceso con los países anfitriones que permitan el reabastecimiento, reparaciones y escalas cortas de personal o activos militares chinos.

Pero las guerras del mañana no se limitarán a barcos y aviones. Incluirán también pesados componentes de guerra cibernética, electrónica y espacial. Pekín también se está posicionando para la victoria en esta nueva frontera.

Hace casi una década, el presiente Xi Jinping encomendó al Ejército chino el establecimiento de “una nueva doctrina militar, instituciones, sistemas de equipamiento, estrategias y tácticas” para librar una “guerra de la información”. La Fuerza de Apoyo Estratégico de China (una rama del Ejército que supervisa el espacio, el ciberespacio, las comunicaciones y la guerra psicológica) se encarga de hacer realidad esta visión. Ahora, se sabe que la Fuerza de Apoyo Estratégico de China, está presente en cuatro puestos de avanzada en Argentina, Pakistán, Kenia y Namibia que operan estaciones de seguimiento y telemetría para el programa espacial militar chino. Además, se tiene conocimiento de que China también dispone de una estación de espionaje que se descubrió hace poco en Cuba, y las imágenes satelitales sugieren que construyó infraestructura de inteligencia de señales en arrecifes que se adjudicó en el mar de China Meridional.

El personal que se encuentra en estas y otras posibles ubicaciones podría, según informes de inteligencia estadounidense filtrados, llevar a cabo operaciones para “denegar, explotar o secuestrar” satélites estadounidenses. También podría llevar a cabo una guerra cibernética y cognitiva contra infraestructuras estadounidenses o de sus países aliados, un componente central de la estrategia de China para debilitar la superioridad militar de Estados Unidos, incluida la difusión de información falsa en las ondas de radio del adversario para degradar su toma de decisiones.

Estos “puntos fuertes” podrían dar a China la capacidad de distraer y extralimitar a Estados Unidos y a sus aliados en diferentes ámbitos de operación, mientras utiliza los lazos militares y económicos más estrechos de Pekín con otros países para presionarlos a fin de que limiten el acceso a las bases estadounidenses. Si China aprovechara este marco exterior durante un conflicto por Taiwán, podría crear un dilema para los responsables políticos estadounidenses, pues los obligaría a elegir entre defender la isla o responder a las acciones de distracción chinas en otros lugares.

Sin embargo, a medida que China ha ido desplegando esta estrategia de gran alcance en los últimos años, el gobierno de Estados Unidos en varias ocasiones ha dado la impresión de que actúa sin lograr nada. Durante mi etapa en el gobierno estadounidense, vi cómo Washington esperó a que los acuerdos de acceso chinos estuvieran finalizados o casi terminados en los Emiratos Árabes Unidos, Guinea Ecuatorial y las islas Salomón antes de enviar delegaciones de alto nivel para informar a esos gobiernos sobre los riesgos percibidos de albergar una instalación militar china.

Los responsables políticos en Washington deben ser conscientes de la profundidad estratégica de las maniobras chinas y diseñar una estrategia para neutralizarlas de forma preventiva, que incluya incentivos o castigos para persuadir a los gobiernos anfitriones de que rechacen los avances militares de China. Un solo funcionario de alto rango debería estar facultado para liderar este esfuerzo.

Para empezar, los responsables políticos estadounidenses deberían dirigir su atención a la pequeña nación de Gabón, en África Occidental. China y Gabón han desarrollado importantes lazos militares en los últimos años. Una base en Gabón o en la cercana Guinea Ecuatorial —ya identificada por Estados Unidos como un posible objetivo de bases del Ejército chino— podría permitirle a China proyectar su poder en el océano Atlántico por primera vez.

Pekín, sin que nadie se dé cuenta, está tomando medidas que podrían reconfigurar el panorama militar mundial. Estados Unidos debe dejar de intentar ponerse al día y diseñar una estrategia para mantenerse a la vanguardia.

*c.2023 The New York Times Company

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