PLUMA INVITADA

El gran susto de los globos espía

Estos no son tiempos seguros para un globo meteorológico.

Hasta hace un par de semanas, los globos meteorológicos y de investigación de gran altitud que todos sabemos que están ahí arriba haciendo todo tipo de cosas inocuas ni siquiera figuraban en las pantallas del radar de riesgos de la gente. Pero ahora sin duda se han convertido en una luz parpadeante en la pantalla de nuestros temores.

' El susto de los globos también se relaciona con nuestro miedo y fascinación ante la posibilidad de que los extraterrestres visiten la Tierra.

David Ropeik

En tan solo dos semanas, nos dejamos llevar por completo por el susto de los globos. Un globo que, según el gobierno estadounidense, estaba vinculado al Ejército chino fue encontrado flotando sobre bases de misiles nucleares en Montana. El artefacto llevaba todo tipo de aparatos electrónicos y fue derribado cuando se encontraba a salvo sobre el océano. A continuación, otros tres dispositivos fueron divisados sobre Alaska, Canadá y el lago Hurón y también fueron derribados, a pesar de que la inspección minuciosa realizada por los pilotos de combate descubrió que no llevaban armas discernibles, no tenían sistemas de propulsión identificables y no tenían capacidad aparente para transmitir nada.

¿Cómo es posible que esta amenaza haya pasado de cero a ¡Dios santo! con tanta rapidez? Resulta que, según las investigaciones del psicólogo Paul Slovic y otros más, estamos predispuestos a preocuparnos más por los nuevos riesgos y por los riesgos que implican demasiada incertidumbre. Estos artefactos se denominan “objetos aéreos no identificados” y las autoridades admiten que no saben si hay más por ahí.

También nos preocupan más los riesgos que nos recuerdan cosas que ya hemos aprendido a temer, sobre todo las que nos causan más temor, como las guerras nucleares. El globo espía aparece en medio de la creciente tensión entre Estados Unidos y China, cuyos ejércitos ya no se comunican tanto como antes. La comunicación ayuda a que las cosas pequeñas, como los globos espías, no se hagan grandes.

A algunas personas, estos últimos días les recuerdan otras ocasiones en las que nos asustamos por algo que venía del cielo en el contexto de la amenaza de una guerra nuclear. En 1957, la Unión Soviética lanzó al espacio el Sputnik 1, una bolita de metal con cuatro antenas que transmitía señales débiles y que fue el primer satélite de fabricación humana. Yo solo tenía 6 años y puedo recordar con claridad el miedo que recorrió el país. Todos observábamos el cielo y nos preocupábamos.

Por supuesto, también se han utilizado globos como armas contra Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, los meteorólogos japoneses aprovecharon la corriente en chorro para hacer flotar 9300 globos “Fu-Go” con bombas antipersonales y artefactos incendiarios hacia Alaska y la costa oeste de Estados Unidos. La idea era incendiar la región noroeste. Unos 300 de ellos aterrizaron, la mayoría en bosques húmedos, por lo que apenas causaron estragos. Ese ataque tampoco provocó una gran alarma pública porque la prensa le prestó poca atención y el gobierno dijo aún menos, teniendo en cuenta lo demás que estaba ocurriendo.

El susto de los globos también se relaciona con nuestro miedo y fascinación ante la posibilidad de que los extraterrestres visiten la Tierra. La alarma que provoca ese miedo no tarda en sonar. El pánico que desató la radionovela “La guerra de los mundos” de Orson Welles en 1938 es legendario. La película de 1951 “El día que la Tierra se detuvo”, todavía se considera un clásico. Los largometrajes contemporáneos de visitas extraterrestres como “E. T., el extraterrestre” (1982), “Día de la Independencia” (1996) y “La guerra de los mundos” (2005) fueron éxitos de taquilla, en parte porque proyectaron esta amenaza en nuestros cerebros reptilianos.

La psicología de la percepción del riesgo nos ayuda a entender por qué. El Pentágono denomina a estos dispositivos recientes “fenómenos anómalos no identificados”. La Casa Blanca los llama “objetos aéreos no identificados”. Más comúnmente, llamamos a este tipo de cosas OVNIs, objetos voladores no identificados. La palabra clave en todas estas denominaciones es “no identificado”. Misterioso. No sabemos qué son estas tres cosas ni de dónde vinieron ni qué están haciendo. Recuerden, nos preocupamos más por los riesgos cuanto menos los entendemos y menos capacitados nos sentimos para protegernos.

La percepción de riesgo alimenta nuestros temores de dos maneras. Directamente, en cada uno de nosotros. Pero también indirectamente, porque la gente del mundo de las noticias y las redes sociales se da cuenta de que lo que nos preocupa capta nuestra atención. Al hacer sonar la alerta y exagerar la preocupación, la prensa puede aumentar el conocimiento y hacer que la luz en nuestro radar de riesgos emocionales parpadee con mayor intensidad.

Tal vez el susto de los globos desaparezca pronto, suponiendo que los restos de los tres artefactos resulten inocuos. Pero es una gran oportunidad para reconocer que la propia percepción del riesgo está plagada de riesgos.

Acabamos por asustarnos de más por cosas que desencadenan factores psicológicos de miedo y a veces también sucede que sentimos menos temor por otras con base en los factores psicológicos que invocan, lo cual puede ser peligroso. Estas “brechas de percepción de riesgos” causan daños reales. Pensemos en cómo no tenemos ningún problema con dejarnos llevar por riesgos que nos preocupan menos porque los asumimos de manera voluntaria, como fumar o enviar mensajes de texto mientras estamos al volante.

Podemos beneficiarnos de entender esto. Las noticias y las redes sociales deberían entender que deben actuar e informar sobre el riesgo con más responsabilidad. Y todos podemos darnos cuenta de que al momento de determinar qué temer y cuánto, lo mejor que podemos hacer es respirar hondo, evitar llegar a conclusiones precipitadas basadas en la emoción y mal informadas, y priorizar nuestros procesos cognitivos de razonamiento más cuidadoso. Esa es la mejor manera de mantenernos a salvo.

Mientras tanto, cualquiera que esté pensando en lanzar globos meteorológicos quizá quiera esperar unas semanas.

 

*©2023 The New York Times Company

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