Civitas
El grito del fauno
¿Nuestras opiniones o acciones en torno al futuro del país son guiadas por el susurro o por el grito del fauno?
La esfera pública ideal es aquel espacio donde los ciudadanos son capaces de desarrollar, discutir e incluso llegar a acuerdos racionales sobre el acontecer nacional y las decisiones políticas que nos afectan a todos. Un espacio vital para debatir asuntos de interés común. Este espacio no existe. Más o menos.
Lo que observamos en la actualidad es una diversidad y fragmentación de valores, creencias e intereses, lo cual tiende a una creciente polarización política que, lamentablemente, denota, en muchos casos, falta de civismo. Por lo mismo, la opinión pública es una mezcla entre muchas voces, como las del fauno en un bosque. A veces susurra y otras veces se escucha muy fuerte, siendo capaz de influir el pensamiento y, en ocasiones, el comportamiento de cada individuo.
José Ortega y Gasset decía que la opinión pública es “la neblina, la tonalidad que envuelve y modula las opiniones todas de una época.” Una manifestación del espíritu de los tiempos porque es a la vez manifestación de la “masa”, es decir la suma de los individuos en una sociedad. No obstante, para Ortega y Gasset la opinión pública no es necesariamente la mayoría. No es una cuestión de cantidad. Es, en realidad, cuestión de lo que se expresa. La opinión pública es aquella que sí se articula, que se hace notar; por consiguiente, se sobrepone a aquella opinión no expresada. En Guatemala, ¿la opinión pública es lo que piensa la mayoría o simplemente aquella que logra expresarse e influenciar la conversación nacional?
La “coyuntura” pasa y hay asuntos trascendentales de largo plazo a los cuales está respondiendo latentemente la opinión pública.
Cada semana, la opinión pública atiende particularidades; una reforma para remover a la fiscal general, más presupuesto para el Seguro Social, la destitución de un ministro, arreglar el bache de la calle más transitada de la ciudad, y así un montón más. Para Jürgen Habermas, otro filósofo que ha abordado la complejidad de la opinión pública, esta discusión de lo que pasa en la esfera pública es vital para los sistemas democráticos porque proporciona un espacio donde desenmarañar los asuntos de interés común. Sin embargo, en Guatemala este espacio se distorsiona, tendiendo a deliberación pasional y coyuntural, sin tomar en cuenta el futuro de las instituciones.
Regresando a la concepción de opinión pública de Ortega y Gasset, que la consideraba bastante superficial, también la veía en diferentes niveles. Para él, la opinión es latente, es decir, no se le ve. Acá, la frase “los árboles no nos dejan ver el bosque” es potente para ejemplificar que detrás de la famosa opinión pública yace oculto el verdadero sentir de las opiniones particulares. Hay que ser cautelosos de perdernos en el bosque o quedarnos hipnotizados con los árboles. Para los políticos con buenas intenciones (paradójico) es imperante que lo sepan distinguir, diferenciar entre el susurro y el grito del fauno. Como guardián del bosque y como protector de los rebaños, podemos pensar que tiene una dualidad en torno a su voz. Por un lado, su susurro puede influir en el comportamiento de los humanos, incluso de forma caprichosa. Así que hay que tener cuidado con dejarse llevar. Por otro lado, podría considerarse que el grito del fauno es un llamado de atención a no perdernos entre los árboles y cuidar del bosque entero. La “coyuntura” pasa y hay asuntos trascendentales de largo plazo a los cuales está respondiendo latentemente la opinión pública.
Pareciera que, en Guatemala, el presidente, por ejemplo, se paraliza o actúa con base a la opinión pública. No obstante, sea el presidente o un ciudadano de a pie, tenemos que evaluar ¿nuestras opiniones o acciones en torno al futuro del país son guiadas por el susurro o por el grito del fauno?