CON OTRA MIRADA

El historiador de La Habana

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Eusebio Leal Spengler nació el 11Sept1942 en La Habana y falleció ahí, el pasado 31 de julio. Por limitaciones económicas no completó la formación escolar, lo que no impidió satisfacer su curiosidad e inquietud por el conocimiento; en sus propias palabras, “quemándome literalmente los ojos, saltando etapas, debí superarme a toda costa, de ahí que nunca reniegue de mi formación autodidacta”. En 1959 recibió el diploma de sexto grado en la Educación Obrero Campesina, entrando a trabajar, con solo 16 años, como Inspector del Departamento de Ingresos de la Municipalidad, en el Palacio de los Capitanes Generales, sede del Museo de la Ciudad y Oficina del Historiador de la Ciudad.

' El exquisito manejo del idioma, que la totalidad de los invitados alabó con sepulcral silencio.

José María Magaña Juárez

En 1975 tuvo la oportunidad de matricularse en la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana, cuando un tribunal integrado por reconocidos intelectuales, quienes habían escuchado sus conferencias, intervenciones y diálogos en vistas al Museo de la Ciudad, escribió al Rector solicitando poner a prueba sus conocimientos. Ingresó por Decreto Rectoral, obteniendo la Licenciatura en Historia en 1974. Concluyó sus estudios en 1979 como doctor en Ciencias Históricas y como maestro en Ciencias Arqueológicas.

Internacionalmente se le conoce por su trabajo como historiador de la ciudad de La Habana, cargo que desempeñó desde los años 60. En 1967 protagonizó la recuperación del Centro Histórico de La Habana Vieja y en 1981 propuso su rescate, siendo nombrado director de las obras de restauración; gestionó ante Unesco su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial, lo que se concretó en 1982.

Siendo conservador de La Antigua Guatemala (1978-86), solo supe de Eusebio por referencias a su labor, pues localmente la tarea era ardua: período posterremotos Feb76 y plena guerra interna (1960-96). Fue en Sept1996, durante la celebración del VII Congreso Iberoamericano de Urbanismo, celebrado en Pamplona, al que fui invitado por la Cooperación Española, que lo conocí, pues tuvo a su cargo la conferencia magistral de clausura.

Como suele suceder durante esos cónclaves, los grupos de trabajo son pequeños, por lo que me sorprendió la noche de la clausura encontrar el enorme salón lleno, al extremo de que muchos de los asistentes, de pie, colmaban los pasillos; un público que conocía de antemano las virtudes del prestigioso conferencista, de quien yo solo sabía de su exitoso rescate de La Habana Vieja.

En escena apareció el personaje, austeramente elegante, que durante la siguiente hora con veinte minutos mantuvo en vilo a su nutrida audiencia, tanto por lo valioso de su exposición, dominio del tema, como por el exquisito manejo del idioma que la totalidad de los invitados alabó con sepulcral silencio.

Durante su última visita a La Antigua Guatemala ofrecimos en casa un almuerzo junto a colegas y amigos. Admiró las jacarandas, manifestando su deseo de sembrar algunas en La Habana. Rescatamos una plantita que envolvimos en algodón húmedo y papel de aluminio, así como semillas que recogimos del suelo. Desconozco si la plantita llegó viva y si las semillas germinaron, pero ahora, leyendo Legado y memoria E.L.S., entrevista de Argel Calcines 2009, me entero de su fascinación por las plantas: “Después he cultivado muchos jardines, y me ha alegrado muchísimo permanecer a la sombra de los árboles que planté”.

De la plática de sobremesa y su pasión por el patrimonio cultural rescaté esto, con lo que me identifiqué: “La Habana Vieja me robó el tiempo de la vida. Quise encerrarla en la pétreas paredes de un museo y ella, en justa venganza, me hizo prisionero de sus muros para siempre”.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.