A CONTRALUZ
El ministerio de Acevedo
Joviel Acevedo tiene un ministerio que le hace los mandados. Efectivamente, el líder sindical hace y deshace en la cartera de Educación. Desde los años 1990 se ha convertido en un cacique a quien no le importa el avance de la instrucción pública en el país, porque su único objetivo es el saqueo de los recursos del Estado. Ha bloqueado reformas educativas, amenazado con paros si no le dan aumento salarial y se ha prestado a apoyar a los mandatarios corruptos como Otto Pérez Molina y Jimmy Morales. Hasta se da el lujo de exigir una determinada marca de vacuna contra la covid-19 para sus seguidores, algo que consiguió sin mayor presión. Si bien en un principio representó una amenaza para las autoridades, ahora estas saben que es su socio y si necesitan apoyo ahí estará Acevedo con sus huestes. Por supuesto, eso tiene el costo de satisfacer sus exigencias.
La más reciente complacencia del ministerio hacia Acevedo es que el pacto colectivo del Sindicato de Trabajadores de la Educación se negocie en total secreto. Esa confidencialidad tiene una dedicatoria muy particular: que la ciudadanía no se entere de los millones que este líder sindical obtiene del Estado. Si ese dinero proviniera de los bolsillos de la ministra de Educación o del presidente Alejandro Giammattei nos importaría un carajo. Sin embargo, esa plata que se desvía de otras necesidades urgentes de educación viene de nuestros impuestos y las autoridades están obligadas a la máxima publicidad. ¿Dónde quedó el ofrecimiento del mandatario de hacer transparente todo lo referente al presupuesto? Otra mentira más. Ahí está la negociación secreta de la vacuna Sputnik V que ni siquiera el nuevo ministro de Salud, Francisco Coma, conoce. Ese es el sello distintivo de Giammattei. La razón de tal secretismo es porque tanto el gobierno como el líder sindical entienden que es vergonzosa la forma en que saquean nuestros impuestos.
' El secretismo con el que Joviel Acevedo negocia es para ocultar el saqueo de los recursos del Estado.
Haroldo Shetemul
Acevedo estuvo a punto de ser destituido durante el gobierno de Óscar Berger por ausentarse de sus labores. Sin embargo, fue salvado por el presidente Álvaro Colom, mejor dicho por Sandra Torres, quien controlaba ese gobierno. Era lógico, Enrique Torres, hermano de esa señora, era el asesor legal del sindicalista y de esa manera este pudo continuar con sus manipulaciones. Acevedo ha pasado a formar parte del Pacto de corruptos. Durante la crisis que afrontó Pérez Molina y Roxana Baldetti, este dirigente magisterial jugó un papel nefasto porque sacó a sus seguidores para apoyar a estos criminales. Lo mismo ocurrió con el gobierno de Jimmy Morales, a quien el STEG declaró “amigo de la educación”, en medio de halagos y abrazos mutuos. Giammattei va por el mismo camino porque su pérdida de popularidad la trata de compensar con el respaldo de dirigentes nefastos como Acevedo y por eso accede a sus exigencias.
A este líder sindical no le importa la calidad de la educación en el país. ¿Dónde está Acevedo exigiendo que los estudiantes tengan acceso a internet y a computadoras para recibir sus clases virtuales? ¿Dónde está Acevedo demandando que se reparen los maltrechos establecimientos escolares? ¿Dónde está Acevedo solicitando una reforma educativa para dejar atrás el desastre que tenemos por educación pública? ¿Dónde está Acevedo pidiendo que se transparente el seguro médico escolar que no llega a los estudiantes del área rural y muchos ni siquiera saben cómo utilizarlo? No, eso no le importa. Su único objetivo es lograr más privilegios para sus bases y continuar como un holgazán devengando un salario sin trabajar.
Mientras los niveles de deserción escolar aumentan y no hay evidencias de que el Ministerio de Educación esté interesado en un mejor nivel educativo y tecnológico, Acevedo solo se preocupa por negociar a escondidas más fondos que vienen de nuestros bolsillos.