SI ME PERMITE

El niño que lee en tiempo de ocio es diferente

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“Un niño que lee será un adulto que piensa… y cuánta falta hace pensar y reflexionar para no ser manipulado”. M. Jesús Sáenz de Alb

En nuestra sociedad hemos desarrollado un criterio de leer como requisito. Claro está que en otras culturas la lectura es algo para distraerse y para relajarse, no necesariamente porque hay que informarse, sino que es un modo de viajar en la imaginación y tomar un tiempo de aventura, donde la lectura, traducida en la imaginación, se torna en un tiempo placentero e instructivo a la vez.

En alguna manera podemos cambiar el contexto de nuestros adultos y permitir que la nueva generación que está creciendo pueda leer, no por obligación, sino por diversión.

Es un hecho que el niño lo escoge porque se le orienta y no con las frases autoritarias cuando se le manda a tomar un libro y quedarse quieto leyendo, simplemente para que no nos esté molestando.

' Los niños deben tener acceso a nuestra biblioteca, para tener un crecimiento integral.

Samuel Berberián

La práctica de la lectura es un hábito que se desarrolla en una manera progresiva, para que sea parte de uno, y más cuando a este proceso se le inyectó un poquito de curiosidad, con el hecho de dar algunos datos que interesan y luego sugerir que en el libro que está allí puede encontrarse mucho más.

Esto implica que los libros deben estar accesibles y que no sean prohibitivos para los niños. Es muy sabio separar los libros que nosotros estamos usando y que los niños tengan un rincón donde estén sus propios libros y el espacio apropiado para leer.

Es sorprendente que lo que leemos, no por obligación, sino por instrucción, es materia prima que habrán de estructurar nuestros pensamientos, y una vez comprendido, el próximo paso es que aumenta nuestro vocabulario, por lo que nos permite comunicarnos con los nuestros en una manera clara y estructurada.

Muchas veces nos hemos encontrado con aquellos que al querer informar de algo tienen dificultad para hacerlo, y cuando lo hacen hay momentos en los que son mal entendidos, por la falta de habilidad para estructurar las ideas.

Muchas veces surge una pregunta de si han leído un libro que trate sobre un tema que se está comentando, y se agrega que ese libro le da suficientes argumentos para que uno se pueda ilustrar y también usar para ampliar lo que está trabajando.

En otras palabras, una biblioteca para un niño debe ser como una caja en la cual tiene sus juguetes y escoge con cuál jugar, y podemos observar cómo en su imaginación está montando escenarios que lo entretienen y también lo educan. Igual debería ser cuando está leyendo un libro.

Puede, en el momento de leer, desprender una carcajada porque le hace gracia lo que ha leído, y en la imaginación lo ha visualizado, pero puede que una lágrima ruede por su mejilla porque la trama que está leyendo lo lleva a identificarse y compartir la escena de dolor.

En un inicio, conociendo a nuestros niños, podemos fácilmente escoger algunos libros con los cuales pueden iniciar, sea que los leamos cuando son pequeños y luego ellos los sigan leyendo. Seguramente, si inducimos el interés en ellos estarán leyendo, y como producto de ello será un placer escucharles hablar, por la riqueza de sus ideas.

No es cuestión de lamentar lo que no se pudo, hacer sino saber iniciar para cambiar el curso de la vida, y hoy es un buen día para iniciar.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.