PLUMA INVITADA

El reflejo del espejo

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Nos acercamos al 14 de enero y se aproxima la transición del gobierno. De igual manera, muchos esperamos el fin de los consecutivos gobiernos egoístas y corruptos que hemos tenido desde que asumió Serrano Elías en 1991. En unos existe la esperanza de cambio, de mejora y sobre todo de progreso. En otros existe un genuino terror porque su modo de vivir, ordeñando al Estado para enriquecerse rápidamente, puede terminar abruptamente. Lo cierto es que la mayoría nos preguntamos ¿por qué tenemos políticos tan corruptos? ¿De dónde salió toda esa partida de desgraciados que ha hundido a Guatemala?

' Quizás sea conveniente considerar medidas drásticas, como en Indonesia: pena de muerte a los corruptos.

Carlos R. Paredes

La respuesta es sencilla y basta que nos miremos en el espejo para encontrarla. Los políticos tramposos, corruptos, egoístas y que se esfuerzan mucho para perpetuarse en el poder manteniendo a la población en la ignorancia provienen de nuestra propia sociedad. Ellos son el reflejo que percibimos al mirarnos en el espejo, son fruto de nuestras familias.

Nuestro reflejo nos permite ver a “patojos chispudos” que logran su cometido, aunque deban “torcerse las reglas”. Lo vivimos todos los días en el tráfico citadino, donde nadie cede para que pase el otro vehículo. En el caso de que una persona considere que sí podemos pasar todos uno por uno y deja pasar a un vehículo, debe soportar el bocinazo del de atrás, que le reclama sin piedad el haber sido cortés. Otro ejemplo del tráfico son los vehículos que se saltan la cola para colocarse en el inicio de esta, entorpeciendo el paso de los que siguen recto.

El mismo reflejo nos permite ver a padres de familia que, centrados en la titulitis, presionan a los colegios donde asisten sus hijos para que estos sean promovidos “porque pagan su cuota”, en vez de preocuparse por la calidad del aprendizaje logrado. Una actitud que incluso podría ser considerada como enseñanza de corrupción, ya que el niño asimila que “si papá paga, apruebo”, y eso lo traduce en “si pago, obtengo lo que quiero”.

Finalmente, el reflejo nos permite observar una sociedad que ha perdido sus valores. La gran mayoría de las personas se ha vuelto egoísta y oportunista, sin importarle los demás que están a su alrededor. No olvidemos que la familia es el bastión fundamental de toda la sociedad y si esta se desmorona, la sociedad falla. La desintegración y pérdida de la familia son el origen del reflejo que percibimos.

Todo lo anterior y más es la causa de que tengamos políticos egoístas y corruptos. También es la causa de que nuestros sistemas de justicia, de educación, de salud y de seguridad sean totalmente inoperantes y fracasados. Asimismo, mantiene a la mayoría de la población viviendo bajo una agricultura de subsistencia, sin ninguna oportunidad real de mejorar. Tan es así que cuando un candidato presidencial pronunció su ahora famosa frase de cierre de campaña de que “la ignorancia es la riqueza de la cultura de nuestro pueblo”. Todos nos reímos, pero nadie ha levantado ni siquiera un dedo para mejorar la situación.

Es muy probable que nuestro reflejo en el espejo nos disguste y optemos por no prestarle atención. Sin embargo, el reflejo es real y ni siquiera el Photo Shop puede cambiarlo. Por ello debemos aceptarlo como auténtico y esforzarnos para que cambie. Si cambiamos nosotros, no solo nos beneficiamos, sino también cambian nuestros hijos y al final cambian los políticos que nos gobernarán en 30 años. Mientras sucede, quizás sea conveniente fomentar el cambio considerando medidas drásticas como las que se han tomado en Indonesia: pena de muerte a los corruptos.

ESCRITO POR:

Carlos R. Paredes

Consultor en desarrollo institucional y empresarial. Máster en Economía Aplicada y Administración de Negocios. Ingeniero Mecánico Industrial. Exdirector ejecutivo del Campus Sur UVG. Exdecano de la Facultad de Ingeniería UVG. Catedrático universitario.