PUNTO DE VISTA

El retorno de las “esferas de influencia”

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Graham Allison, profesor y exdecano de la Harvard Kennedy School of Government, autor de la ya clásica obra Essence of Decision. Explaining the Cuban Missile Crisis, en su reciente artículo en Foreign Affairs: “The New Spheres of Influence”, afirma que el “momento” unipolar, iniciado al final de la Guerra Fría, en el cual EE. UU. era la única potencia con preeminencia en todas las dimensiones del poder: militar, económico, tecnológico, ideológico y cultural, se acabó. Con el auge de China, el resurgimiento de Rusia y, en menor medida, el crecimiento de la India, ya estamos en un mundo multipolar. Allison alega que el sistema internacional sería más estable y pacífico si Estados Unidos aceptara la realidad de nuevas esferas de influencia, particularmente de Rusia en su llamado “cercano exterior”, básicamente los Estados surgidos de la disolución de la Unión Soviética y de China en el Asia nororiental y del sur este. En efecto, hay razones para entender que la expansión de la Otán en el ex Imperio Soviético y sobre todo las declaraciones del presidente George W. Bush favorables al ingreso futuro de Georgia y Ucrania a la Otán y a la UE crearon en buena parte las condiciones para las crisis de Georgia, Crimea y Ucrania. Quizás una “neutralización” similar a la de Finlandia durante la Guerra Fría hubiese sido más conveniente.

' Es necesario para los EE. UU. mantener la hegemonía en el hemisferio occidental e impedir que potencias extrarregionales logren penetrar geopolíticamente en América.

Sadio Garavini di Turno

Hal Brands, profesor de la Universidad John Hopkins, le responde a Allison en su artículo en la misma Foreign Affairs: “Don’t let Great Powers Carve up the World”, alegando que las esferas de influencia son innecesarias y peligrosas. Brands afirma que la balanza de poder mundial es todavía muy favorable a los EE. UU., tomando también en cuenta la fortaleza de sus aliados y su continuada superioridad en el campo militar, en esto coincide con las conclusiones del muy completo análisis de la correlación de fuerzas militares entre China y EE. UU. del profesor Michael Bekcley. de la Fletcher School of Law and Diplomacy, de la Universidad Tuft, en su libro Unrivaled. Why America Will Remain the World’s Sole Superpower.
Brands considera que el retiro de EE. UU. de esas regiones afectaría enormemente su credibilidad, debilitaría sus alianzas y crearía las condiciones para que Rusia y China ampliaran sus objetivos geopolíticos. A diferencia de Allison, Brands y Beckley creen que los EE. UU. pueden y deben básicamente mantener el orden liberal internacional actual con el benevolente liderazgo norteamericano. En este debate, tercian los profesores Stephen Walt, también de la Kennedy School. y John Mearsheimer. de la Universidad de Chicago. afirmando que los EE. UU., en el nuevo sistema multipolar, amparados en la “profundidad geográfica” de los dos océanos, deben dejar de desperdiciar tesoro, sangre y energía para ser el “policía mundial” y convertirse en el off shore balancer, el balancín externo que apoya a las coaliciones regionales que impidan el surgimiento de un hegemón regional, en las regiones estratégicamente fundamentales, como Europa, Asia nororiental y Medio Oriente.

Ahora bien, es interesante subrayar que todos estos académicos, con mucha influencia entre los decisores de la política exterior norteamericana, tanto republicanos como demócratas, están totalmente de acuerdo en que es absolutamente necesario, para los EE. UU., mantener la hegemonía en el hemisferio occidental e impedir que potencias extrarregionales logren penetrar geopolíticamente en América.

Respecto del régimen venezolano, si a la variable geopolítica le agregamos su condición de narcoestado y de promotor del terrorismo, con la consiguiente potencial desestabilización de Colombia, el aliado más estrecho de los EE. UU. en el hemisferio, veo muy difícil el mantenimiento del régimen.

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