PLUMA INVITADA

El secreto de Shangri-La

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Muchos leímos sobre el valle de Shangri-La. Un mítico lugar en el Tíbet inmortalizado a través de la novela Horizontes Perdidos de James Hilton. Un valle donde el clima es templado a pesar de estar rodeado de picos nevados, donde la gente vive feliz y tranquila a pesar del mundo tumultuoso, disfrutando de la longevidad, pero sin poder dejarlo.

' Todos debemos trabajar en armonía y controlar nuestros arrebatos practicando la moderación.

Carlos R. Paredes

La novela es fascinante. Se refiere a un lugar mágico, autosuficiente, donde las discusiones inútiles y las guerras no existen porque la gente practica la moderación en todo. En otras palabras, es la misma moderación la que evita el escalamiento de los conflictos al favorecer el diálogo y los acuerdos sobre el enfrentamiento. Un lugar donde las pasiones personales se mitigan logrando que todos sus habitantes alcancen una existencia tranquila con armonía entre ellos y el entorno.

Guatemala podría ser un Shangri-La. Su ubicación, con costas en el Atlántico y el Pacífico, es perfecta para favorecer el transporte terrestre internacional mediante un canal seco interoceánico. La tierra es fértil y apta para la agricultura. El clima es templado y favorece a una gran variedad de cultivos. La diversidad de paisajes y ambientes, junto con su fauna y flora, favorecen el turismo ecológico. Nuestro fantástico patrimonio cultural es muy atractivo para el turismo en general. La gente es amable y trabajadora, favoreciendo a las industrias y cualquier tipo de empresa. ¡Todo es ventaja en Guatemala!

Sin embargo, nuestro bello país no logra destacar en ningún segmento de la economía mundial. Nos faltan los factores claves de estabilidad, tranquilidad e innovación precisamente porque la mayoría de los guatemaltecos no practicamos la moderación. Somos criticones, apasionados y hasta fanáticos de nuestras ideas, conceptos, religiones e ideologías. Eso nos hace ser cerrados al cambio y preferimos “lo viejo conocido a lo nuevo por conocer”. Es una actitud anticuada que, en un mundo moderno de cambio constante y cada vez más rápido, nos rezaga y nos condena a ser usuarios en vez de ser generadores de progreso.

Lo anterior no se aplica únicamente a la política y la macroeconomía, lo vemos también en las empresas donde se desincentiva la innovación interna, prefiriendo importar cualquier mejora tecnológica. Siempre debemos tener presente que la curiosidad y la experimentación nos llevan a la innovación. A este respecto, recuerdo la frase de un gran amigo que decía: “Está bien equivocarse, pero solo una vez y que sea barato”. La investigación es cara y es bueno ser moderados, pero si lo somos en exceso limitamos el desarrollo personal, empresarial y nacional.

La lección más importante que podemos extraer del valle de Shangri-La es que todos debemos trabajar en armonía y controlar nuestros arrebatos practicando la moderación. Así obtendremos lo mejor de nuestra agroindustria, de nuestro patrimonio y, sobre todo, de nosotros mismos. Lo podemos lograr fácilmente al comprometernos con un plan nacional de desarrollo a largo plazo. Un plan definido y aprobado nos mantiene enfocados mientras se ajusta la manera de alcanzar las metas según los cambios del entorno y de la tecnología.

Es muy bueno planificar, siempre y cuando empecemos a ejecutar. Guatemala tiene la dificultad de que planificamos y cuando es momento de ejecutar, empieza un nuevo gobierno que se pone nuevamente a planificar. Así nunca se puede avanzar. Para lograr resultados diferentes y así finalmente iniciar el desarrollo sostenible y acelerado del país debemos empezar por hacer las cosas de manera distinta. Debemos cambiar mucho, incluso hasta nuestra manera de pensar y de actuar. Hagámoslo y lograremos que Guatemala sea un nuevo Shangri-La.

ESCRITO POR:

Carlos R. Paredes

Consultor en desarrollo institucional y empresarial. Máster en Economía Aplicada y Administración de Negocios. Ingeniero Mecánico Industrial. Exdirector ejecutivo del Campus Sur UVG. Exdecano de la Facultad de Ingeniería UVG. Catedrático universitario.