Una mañana de sol radiante salí a buscar al opresor. Y si muero como partisano, entiérrame en lo alto de las montañas, bajo la sombra de una hermosa flor. Y esa, será la flor de la resistencia que murió por la libertad. Todas las personas que allí pasen, me dirán: ¡Qué hermosa flor! Oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao.

Con esa canción, un pasado candidato presidencial no reconocido por su afán de reforma anima su programa de televisión. Acompañado por otro inveterado candidato presidencial, pide la constitución de un frente popular para asumir el gobierno. Ambos son personas con mucha riqueza personal, que les ha permitido participar en esas aventuras. No obstante, su llamado se realiza como si hubiesen transformado su antigua posición colaboracionista del siglo XX para que todo siguiera igual, en una nueva afiebrada perspectiva política, partidaria de la revolución social.

A estas sorprendentes actuaciones corresponde la generalización en muchos países de denuncias asentadas en la teoría de la conspiración, donde se acusa a millonarios de favorecer al comunismo. Después del asesinato de George Floyd por policías blancos en Minnesota, existen varias explicaciones sobre la convocatoria masiva de manifestaciones en algunas de las principales ciudades de EUA. Algunos testimonian el pago de US$15 por hora, en Miami, a los citados para protestar; o, como lo hizo el presidente Trump, se responsabiliza al evanescente grupo Antifa.

En Girona, España, se asaltó un supermercado. ¿Qué tiene que ver? Preguntaban los asombrados testigos con sus mascarillas para evitar el contagio. Si en Catalunya, los policías, Mossos d’Esquadra, son acusados de no reprimir a los manifestantes violentos.

Otros acusan a la institución Filantrópica Borealis como financista de manifestaciones. Esa oenegé de oenegés hace llegar dineros a organizaciones comprometidas con programas de incidencia en políticas sexuales, inmigración y lucha interétnica. Gracias a los millonarios comunistas: Soros, Gates y otros, se filtra a través de una urdimbre oculta, los caudales destinados a la movilización y la organización de gavillas de asaltantes. A unos los explica la agitación emocional por la pandemia; a los otros, la más absoluta vileza.

En fin, falta una explicación que satisfaga los comportamientos anormales en medio de la pandemia. Ello no es óbice, para las teorías sustentadas en las manidas causas de falta de empleo, diferencias de encarcelamiento o la incidencia de autores en las diferenciales de delitos entre negros, blancos y latinos. Desde Emile Durkheim *1858 +1917, la estadística es una buena razón para explicar desde suicidios hasta motines. En la televisora rusa, RT, apenas aguantan a evitar su risa burlona cuando apuntan los datos de lo acontecido en EUA.

¿Qué mosco ha picado a los millonarios nacionales para convertirse en partidarios de la revolución social? Hasta una fundación formada por la derecha más rancia es partidaria de un plan central obligado por ley, pide que toda inversión resida en decisiones de gobierno. Se necesita un Estado sólido. Uno de los decanos de una facultad de Economía, conocido por su imparcialidad para juzgar posiciones, no dudo en indicarles que están cercanos al leninismo.

Así, pues, no basta con señalar a la demagogia, la ambición y el afán de poder para incrementar sus peculios, como origen de la agitación. La ignorancia más extendida de las posiciones políticas, económicas y sociales, así como el oportunismo más descarado, guía a los millonetas, para convocar al desorden.