REGISTRO AKÁSICO
El sueño de Debs
Los argumentos permiten una mejor comprensión. Eugene Victor Debs (*1855 +1926), cinco veces candidato a la presidencia de los EUA, estuvo entre los fundadores de la Industrial Workers of the World, conocidos familiarmente como Woobies. Los líderes obreros de esa época eran legalistas y pacifistas, propusieron la abstención generalizada del trabajo por la clase obrera para obtener concesiones de la minoría burguesa, anular a los patrones y otros grupos de bandidos minoritarios. La idea era discutida por dirigentes como George Sorel (*1847+1922), Sidney (*1859 +1947) y Beatrice Web (*1858 +1943) y otros dirigentes europeos.
Fuera de las discusiones argumentativas, quizás la mejor percepción de un episodio de tal tipo se deba a Jack London (*1876 +1916), autor de novelas y cuentos, algunos convertidos en éxitos cinematográficos como Colmillo Blanco y otras aventuras por el estilo. Su cuento La huelga general, con subtítulo El sueño de Debs, hace una descripción del desasosiego entre las clases altas al sufrir esa circunstancia.
El texto refiere un movimiento con apoyo generalizado para reivindicar oportunidades de trabajo expresado en jornada de ocho horas, salario digno y continuidad sin despido injusto. No se trataba de una lucha burocrática, sino social. El paro genera desabasto de alimentos y gasolina, pillaje por piquetes de bandoleros y posteriormente de soldados desertores al faltar alimentos. Las familias de los asalariados no sufren hambre porque se habían preparado y los barrios obreros están en paz. Los campesinos carecen de apuros, salvo por asaltos de la minoría de delincuentes salidos hambrientos de las ciudades. La única medida de bloqueo fue cortar el telégrafo. Aunque ya se había inventado la radiotelegrafía, los militares no la habían generalizado. En consecuencia, el gobierno cede y acepta las reivindicaciones laborales.
' Librémonos de comentaristas sorprendidos y expertos convertidos en diplomáticos asombrados.
Antonio Mosquera Aguilar
Por su parte, Rosa Luxemburgo (*1871 +1919), la asesinada dirigente revolucionaria por oponerse a la guerra, criticó a la huelga general como una propuesta anarquista. Si se dispone de una poderosa organización con arcas repletas, y también se está suficientemente organizado, corresponde tomar el gobierno y no sufrir ese trance, decía la teórica marxista. No obstante, reivindicaba impulsar las huelgas de masas, como ensayos de gobierno, para demostrar eficiencia y alivio a las condiciones dictatoriales expresadas en el desempleo y falta de oportunidades.
Cuando hay una elección con muchas opciones, es muy difícil generar una prueba probabilística por la dispersión de candidatos. La falta de precisión se llena con vocerío de quienes poseen acceso a los medios masivos de comunicación social. Con el resultado, los agoreros gritan: ¡sorpresa! Después, al agotarse la energía de las masas por una dirección improvisada, se vuelve a pregonar: ¡sorpresa! Pues no se previó un contingente de la población movilizado. Hay intelectuales con análisis patéticos, solo indican su asombro al escuchar a los oradores espontáneos en las concentraciones y bloqueos carreteros.
La tarea de los oportunistas es ganarse o confundir a las masas; para ello, en lugar de situar los problemas reales del trabajo y condiciones de vida, se agotan en precios, rogativas para vuelta del turismo y el oportunismo más descarado frente al cambio gubernamental. Si para quitarle la silla a una señora se consumieron millones de dólares, vale la pena preguntarse: ¿en el futuro, cómo se realizará el gasto de la avanzada de los capitalistas financieros, cuando al imponer préstamos no obtengan sus prebendas solicitadas al próximo gobierno?