CABLE A TIERRA
El techo de cristal
La semana pasada, el Instituto Neerlandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD) presentó un estudio sobre las barreras que enfrentamos las mujeres para incursionar en la política. El estudio se enfoca en aquellas barreras que emergen precisamente como resultado de los roles que se han predefinido socialmente para nosotras las mujeres en esta sociedad, y que hacen que veamos como normal o “natural” que los hombres tengan ambiciones políticas y las persigan, y nos parezca llamativo, por ejemplo, que tres señoras sean quienes encabezan, al menos por el momento, las posibilidades más fuertes de optar al cargo de la presidencia. Además, lo más probable es que las demás candidaturas estén dominadas por un mayor porcentaje de hombres que de mujeres, como ha sido siempre la tónica electoral y de lucha por el poder político en Guatemala.
A este tipo de barreras se les denomina “barreras patriarcales”, término que hace referencia a las dinámicas, procesos y prácticas sociales que definen la posición que hombres y mujeres ocupan en la sociedad, a partir de las ideas que dominan sobre “qué define el ser mujer” y “qué es el ser hombre”.
Estas concepciones sobre los roles sociales se acompañan además de elementos objetivos, pues marcan el acceso diferenciado a bienes, recursos, poder e influencia entre hombres y mujeres de todas las clases sociales, donde casi siempre los hombres tienen mayor ventaja, y que actúan en detrimento de las posibilidades que tenemos las mujeres de incursionar exitosamente en la política. De hecho, nuestra posición minoritaria y generalmente subordinada en el ejercicio de la política está muy lejos de la que tienen los hombres al incursionar en esta esfera, aun y cuando sobreabundan entre estos los ejemplos de falta de idoneidad y mérito para ocupar puestos públicos sea por elección o por designación.
' Entre una marejada de hombres, hay tres mujeres que competirán entre sí por la presidencia.
Karin Slowing
Cambiar esta situación es a lo que se le llama “romper el techo de cristal”. Este estudio ayuda a comprender cómo ello llega a suceder en una sociedad. Es más, ayuda a entender lo que muchos podrán llamar: fenómenos “a la inversa”; es decir, casos de mujeres que alcanzan enormes cuotas de poder e influencia en la política, a pesar de esas barreras patriarcales. Lo resalto porque seguramente vendrá a su mente casi de inmediato el caso de la exvicepresidenta Roxana Baldetti, quien, siendo mujer, llegó a tener un poder político enorme y que desafortunadamente para el país no usó para el bien común.
A este respecto hay un capítulo especialmente interesante en el informe, llamado “Afrontamiento de las barreras (patriarcales), donde las estrategias empleadas por las mujeres van desde el resistir hasta el optar por “masculinizarse”, entendido esto último como aprender a jugar con las reglas que imperan en la política, dominarlas hasta mimetizarse y comenzar a operar con esa mentalidad y estratagemas que les permite obtener el objetivo de tener poder político, a la manera en que lo hacen los hombres.
En palabras de una de las entrevistadas: “Aprender los modos de los hombres y actuar conforme a ellos” para tener poder. El libro claramente señala además que este fenómeno se agrava en mujeres que tienen poca concienciación de las desigualdades de género, o que solo las usan a conveniencia para avanzar sus fines particulares, mas no para impulsar cambios sociales que liberen a todas las mujeres de esta situación y las empoderen para tener vidas propias mucho más plenas.
El informe es por demás interesante y fácil de leer, por lo que los invito a buscarlo en la página web del NIMD. Nos puede ser útil para entender, diferenciar y decidir en junio entre las opciones en contienda.