REGISTRO AKÁSICO
El último punk
La cabeza rodó. La guillotina había terminado su carrera y la sangre brotaba tiñendo la canasta al pie. Se había sacrificado a Maríe Jeanne Roland de la Platiere *1754 +1793, quien antes de la decapitación pronunció el célebre enunciado: ¡Oh, libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre! En efecto, los gobernantes proclaman ejercer para la felicidad de la ciudadanía.
' No se encuentra como ubicar el discurso de ruptura con la fingida corrección del siglo pasado.
Antonio Mosquera Aguilar
Los buenistas tienen el poder. Todo lo hacen por el bien del país. Elevan los impuestos, la deuda pública, de origen nacional, y la deuda externa. Mientras se enriquecen, pues los acompaña la corrupción más abyecta. En el gobierno, se dedican a gastar sin límites no solo en la obra pública, sino también para enriquecer a unos pocos y fortalecer la estructura establecida. Pagan en negro a provocadores dirigentes eternos de manifestaciones de empleados, bajo chantaje de la pérdida del empleo. Los utilizan para justificar la falta de cumplimiento legal: no renovación de cargos judiciales, de órganos de control, la reelección continua de los alcaldes y de los diputados. Hay circulación de las élites, pero como puertas giratorias, o sea sin renovación. Se rotan cargos y liderazgos. Como disimulo, los más señalados pueden pasar un período en la cárcel, pero son tan viles que aceptan su situación, pues las fortunas guardadas en el extranjero, les dan una especie de felicidad por ser asquerosamente ricos.
Soportan críticas y su popularidad cae. Otros vendrán con nuevos discursos, pero sosteniendo los mismos postulados. Desde el siglo pasado hacen lo mismo: liberacionistas, dictadores, democristianos, socialdemócratas, oligarcas, cristianos renovados, sepulcros blanqueados, etc. Todos se adhieren a la basura del más bajo nivel, resumida en el intervencionismo estatal. Llegan por la Alianza para el Progreso, la Gran Sociedad, el neoliberalismo, el milenio, la agenda, el clima, etc. Su ascendencia se hace a punta de dólar y el sálvese quien pueda con un viaje a EUA.
Ya son mayoría. Una generación idiota, sin referencias, sin sentimientos y sin virtudes. Aceptan versos viles dichos por perversos. Hace 1,700 años en medio de discusiones, en Nicea, se estableció un credo, pero ahora se creen con derecho a dejarlo de lado. Los renacidos subliman el egoísmo a golpe de bendiciones y sus enriquecidos profetas. Bien califica el Corán de hipócritas a esos señalados vociferantes, en la religión del amor universal. Unos, desconocen lo mínimo: no saben hacer la señal de la cruz, mucho menos persignarse. Elemento central para decidir ejecutar a una persona durante las guerras religiosas de finales del siglo XX en la extinta Yugoslavia. Al menos dificultarán el genocidio, de fundamentalistas. Otros, han renacido a sectas denominadas la familia, los desayunadores, el Yunque y así por el estilo. Lo peor es la creencia de estar en rebeldía cuando son perritos adiestrados para repetir lo considerado correcto.
Se oponen a la soberanía y no advierten su sumisión al nuevo orden mundial basado en los poderes fácticos gestionados por poderosos sin credenciales electorales, en puestos supranacionales. Se esconden y tienen comités de cancelación contra quienes los señalan. Usuarios viciosos de las plataformas digitales, participan felices, mientras otros las controlan y propagandizan. Escogen un hombre de paja, desacreditado, para convencer a todos, sobre la necesidad de la censura.
Son tiempos de falsa observación de garantías, cuando más fuerte se constriñe la libertad. La guillotina aguarda presta a descabezar a cualquier pensante, pues lo hacen pasar como un crítico insaciable.